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Armando Alcántara Santuario

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Debatiendo la calidad del aprendizaje a distancia

Alcántara-Santuario, Armando. (abril 14, 2011). Debatiendo la calidad del aprendizaje a distancia. Suplemento Campus Milenio. Núm. 411, pp.10 2011-04-14

Es sabido que en las décadas recientes los sectores más conservadores de Estados Unidos han aumentado sus presiones para reducir el sistema público de educación mediante diversas propuestas que incrementan la privatización. Entre los elementos que caracterizan a este movimiento regresivo —el cual ha adquirido mayor fuerza en los estados en que prevalece el dominio republicano— están los llamados vouchers o bonos educativos y las charter schools. Estas últimas son escuelas de nivel básico, legal y financieramente autónomas —sin cuotas de inscripción, afiliación religiosa o selectividad en la admisión de los estudiantes—, que pueden funcionar de manera muy parecida a una empresa, es decir, sin seguir algunas leyes y regulaciones estatales o distritales, y cuya rendición de cuentas se enfoca más a los resultados que a los procesos o insumos.

Las presiones por extender este modelo privatizador en la educación básica de la Unión Americana han continuado con particular virulencia en lo que va de la administración del presidente Barack Obama. En las semanas recientes, además, han llegado noticias de que en algunas legislaturas locales se han aprobado enmiendas en las que se restringen drásticamente a los sindicatos de trabajadores al servicio del Estado (incluyendo los de maestros) los beneficios de la contratación colectiva.

Dentro del contexto de esta embestida conservadora para modificar el sistema educativo estadunidense, acaba de aparecer publicado en The New York Times (05/04/2011) un artículo del periodista Trip Gabriel, en el cual se reporta un aumento en el número de cursos en línea (hasta ahora optativos, la mayoría) en el nivel de bachillerato (high school, por su nombre en inglés) y sus implicaciones sobre la calidad de la enseñanza. Así, quienes apoyan la realización y el aumento de tales cursos, consideran que incrementan el número de opciones que tienen los estudiantes, sin importar el número de alumnos que los soliciten.

No obstante, los detractores consideran que en realidad el crecimiento de la educación en línea está orientado por un propósito de gastar menos en la contratación de maestros y en instalaciones (incluyendo edificios), especialmente cuando las crisis presupuestal en los ámbitos estatal y local están provocando fuertes recortes a la educación. Hacen notar, además, que no existe investigación consistente que demuestre que los cursos en línea en el nivel básico sean comparables con el aprendizaje presencial.

Uno de los programas en línea más ambiciosos es el que se realiza actualmente en Memphis, Tennessee, donde cada estudiante de bachillerato deberá llevar un curso en ese formato para poder graduarse. Las autoridades educativas de ese estado señalan que dichos cursos proporcionarán a los alumnos las habilidades que requerirán en la universidad y en el mercado laboral del siglo XXI.

Sin embargo, también es cierto que en este programa se gastarán sólo 164 dólares por alumno, bastante menos que si los cursos fueran presenciales. Por ello, una de las críticas a ese programa señala que no se trata sólo del beneficio de los estudiantes, sino del abaratamiento de los costos.

La lectura de este artículo trae a la memoria que en nuestro país también se está incrementando el número de programas en línea, tanto en el bachillerato como en licenciatura. Hace pocos años, por ejemplo, empezó el programa promovido por el gobierno capitalino denominado “Bachillerato a distancia”, iniciado desde 2007 en acuerdo con la UNAM, como opción para “regularizar el rezago educativo” (sic) e integrar a los jóvenes capitalinos a los niveles medio superior y superior.

En este caso, al igual que en otros del mismo nivel y del superior, la educación a distancia está siendo empleada, además de elemento para reducir el enorme rezago educativo, para incrementar la cobertura.

Sin embargo, al igual que en el caso estadunidense, es muy importante contar con más estudios e investigaciones que den cuenta de la calidad de la educación a distancia en comparación con la presencial.

En conversaciones con quienes han trabajado en el “Bachillerato a distancia”, los comentarios han sido que los asesores y supervisores se ven sobresaturados con las solicitudes de apoyo de los estudiantes y que éstos encuentran muchas dificultades para adaptarse y dominar un sistema de trabajo donde el esfuerzo y la responsabilidad son exclusivamente individuales.

De modo que, entre otros, siguen persistiendo los problemas de organización y de “cultura” en relación con las formas de aprendizaje tradicional.




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