Las universidades estadunidenses de mayor prestigio, las llamadas "universidades de investigación" o research universities, reciben grandes cantidades para financiar sus proyectos por parte de fuentes de la iniciativa privada o del gobierno federal. A diferencia de lo que ocurre en México y en los países en desarrollo, son! las grandes empresas "muchas de ellas transnacionales" y el gobierno, los que invierten enormes sumas en la investigación que se realiza en universidades públicas y privadas.
La revista Stanford (julio-agosto de 2007) reseña un interesante debate ocurrido en el Senado de dicha universidad. El tema fue la prohibición para aceptar fondos de investigación provenientes de la industria tabacalera. La prohibición fue derrotada 21 a 10 y, por tanto, los investigadores de Stanford seguirán teniendo la libertad de aceptar fondos de cualquier fuente. Sin embargo, la propuesta provocó una intensa deliberación entre los académicos de la universidad.
Quienes estaban en favor de la enmienda argumentaban que, dado el compromiso de la institución para el mejoramiento de la salud humana, la universidad no debería asociarse con una industria cuyo producto causa millones! de muertes cada año y que también ha sido consignada por usar investigación patrocinada para defraudar al público acerca de los peligros del tabaquismo. Un profesor del Departamento de Física Aplicada, señaló que sería "muy hipócrita" para la universidad negarse a aceptar el dinero de tales empresa. Cabe señalar que ninguno de quienes estuvieron en contra de la prohibición era defensor de la industria, si bien algunos oponentes relataron conmovedoras historias de familiares cercanos que murieron a causa de enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Sin embargo, consideraron que la prohibición no tenía que ver con expresiones de insatisfacción o desaprobación con las estrategias de la industria, sino con algo más de fondo: la libertad académica.
La coordinadora de investigación de la universidad consideró que la propuesta podría constituir un ! cambio radical en la política de investigación de Stanford, al sustituir "un juicio colectivo por la confianza en la conciencia individual", acuerdo que había sido tomado desde comienzos de los años setenta.
Otros sectores en riesgo
Otras intervenciones apuntaron que, si la prohibición procediera, cualquier otro sector que se consideraran repudiable correría la misma suerte: alcohol, petróleo, o investigación sobre las células madre.
El presidente de la universidad puso como ejemplo el caso del Departamento de Energía de Estados Unidos, señalando que no existe una mayor amenaza para el mundo que las armas nucleares y, de seguir la lógica de la enmienda por la prohibición, debería renunciarse a todos los fondos provenientes de dicho departamento.!
En consecuencia, habría que comenzar por cerrar el acelerador nuclear de la universidad (SLAC, por sus siglas en inglés), así como la mitad del Departamento de Física y varios departamentos de ingeniería. Agregó también que las compañías petroleras han financiado más proyectos a la universidad que el propio gobierno, y que con frecuencia la investigación está relacionada con el calentamiento global.
Se preguntaba si eso significaría que la universidad no debería aceptar el dinero de esas empresas. Aunque la resolución fue improcedente, el tema no se ha agotado. Recientemente, 65 profesores expresaron su preocupación por un fondo de investigación sobre aspectos militares por 105 millones de dólares.
Los dilemas
El caso que aquí se presenta tiene que ver con algunos de los dilemas que enfrent! an las principales instituciones de educación superior de los países más desarrollados, ante lo que Slaughter, Leslie y Rhoades han denominado "capitalismo académico". Dada la gran relevancia que ha cobrado la investigación del más alto nivel que realizan algunas universidades de los países industrializados, la existencia de contratos con grandes empresas o con el gobierno federal, en los que se involucran financiamientos por decenas o centenas de dólares, la libertad académica y los principios de la investigación, se ven cuestionados o desplazados por los intereses comerciales.
Ante situaciones como ésta, el presidente de la Academia de Ciencias de Cuba señaló, en el último número del suplemento Orbe (28 de julio-10 de agosto del 2007), a propósito de la controversia entre el saber y la sustentabilidad. Hoy se impone vincular la búsqueda de lo cierto "paradigma de la ciencia" con la práctica de lo bueno, lo correcto, con la persecución de lo justo. En una época en la cual privan los intereses comerciales y el pragmatismo a ultranza, estos valores no deben dejarse de lado, so pena que las universidades pierdan su esencia como generadoras del conocimiento útil a la sociedad.