Se están cumpliendo dos décadas de la aparición del International Higher Education (IHE), el cual según su fundador, el profesor Philip Altbach, “es un foro para la información, el debate y la discusión acerca de los temas centrales en la educación superior”. Para quienes leen este suplemento, el personaje les será familiar, pues ha colaborado en diversas ocasiones con amplios análisis de diversos aspectos del ámbito mundial de la enseñanza superior. Con sede en el Boston College, una de las peculiaridades de esa publicación, y que no siempre es frecuente encontrar en la escena académica mundial, es su permanente interés en las universidades e instituciones de educación superior (IES) del Tercer Mundo. Durante estos veinte años, se han publicado 80 números del IHE [http://www.bc.edu/content/bc/research/cihe/ihe/issues.html] con más de mil artículos de contenido informativo y analítico. Asimismo, se ha mantenido como una iniciativa académica no comercial (sus patrocinadores han sido básicamente el Boston College y algunas fundaciones privadas como la Ford y la Carnegie), y recientemente está disponible en internet, además de su original versión en inglés, en cuatro idiomas más: chino, portugués, ruso y español. Actualmente cuenta con lectores en más de 149 países y sus artículos son citados con mucha frecuencia en el campo de la educación superior.
Para celebrar las dos primeras décadas de existencia del IHE, el profesor Altbach reunió a 25 expertos que a lo largo de ese periodo habían participado en la publicación, y los invitó a responder a la pregunta: “¿Cuál será el desafío más importante que enfrentará la educación superior en las próximas dos décadas?”. Phil Altbach—como lo conocen sus colegas y alumnos—ha considerado necesario plantear esta interrogante pues en 1995, nadie conocía algunos de los desarrollos de las tecnologías de la información en el ámbito educativo y los países del mundo en desarrollo contaban todavía con matrículas estudiantiles de alrededor del 10% del grupo de edad. Asimismo, en esos años la hoy dominante presencia del sector privado no era tan evidente. La masificación, que ya por entonces afectaba a varios países del mundo, no estaba muy bien entendida. La economía global del conocimiento estaba también en sus primeras etapas. En fin, que éstas y otras fuerzas, junto con una severa disrupción económica provocada por la gran recesión de la época contemporánea han afectado profundamente a la educación superior durante las pasadas dos décadas.
Entre las 25 respuestas recibidas y que por razones de espacio es imposible comentar con más detalle, merece la pena destacar algunas de ellas. Pawan Agarwal, académico y alto funcionario hindú, considera que los próximos 20 años serán un periodo de grandes transformaciones. Éstas ocurrirán en cuatro niveles: a) dentro del salón de clases (cuyo foco será el cambio del contenido a la pedagogía en la que la tecnología y el análisis del aprendizaje jugarán un papel clave); b) al interior de las instituciones (con una disminución significativa del poder de las universidades en la creación y difusión del conocimiento); c) en el Estado nación, en donde durante las siguientes dos décadas el enfoque estará puesto en la consolidación de los sistemas y el mejoramiento de la calidad en lugar de seguir con la expansión; y d) a escala mundial, la educación superior será más global en su escala y alcance que en la actualidad, pero con algunas diferencias. Un número creciente de países será el que se beneficie del acceso a la educación superior de alta calidad.
Por su parte, el propio Philip Altbach señala que dos de los retos presentes en los pasados 50 años continuarán siendo cruciales y persistirán en los próximos años: la demanda de mayor acceso a la educación superior y el apoyo a los centros de investigación que contribuirán a diseminar el conocimiento esencial para las sociedades modernas. En su opinión, estos desafíos son contradictorios y “jalan” a la academia en direcciones contrarias. Para Jorge Balán, el mayor desafío es el fortalecimiento y revitalización del compromiso de la educación superior con su misión pública, en respuesta a la disminución del gasto público por alumno, y al cambio en los propósitos, estrategias e instrumentos de los gobiernos para el subsidio y la regulación de la educación superior, así como la forma de responder a los cambios en las demandas de los estudiantes y la sociedad en general. A su vez, Roberta Malee Bassett, sostiene que en el horizonte temporal de los próximos 20 años, la equidad seguirá siendo el reto más importante que enfrentará la educación superior a nivel global. Andrés Bernasconi, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, considera que el mayor desafío en el futuro mediato será una docencia más efectiva. Llegará el día, sostiene, en que la docencia estará abierta a la misma clase de escrutinio y del juicio de pares como lo está la investigación en la actualidad. Hans de Wit, se pregunta si la “universidad internacional” es el futuro de la educación superior, aunque advierte que muchas veces quienes hacen dicho planteamiento son incapaces de explicar muy bien su significado. Ellen Hazelkorn y Marcelo Knobel coinciden en que el sostenimiento de la calidad y la masificación de la educación superior será uno de los dilemas más difíciles de resolver en el curso de los próximos veinte años, para muchas naciones en el mundo. Christine Musselin llama la atención a no olvidar los beneficios sociales de la educación superior. La preocupación principal para Patti McGill en cuanto al futuro de ese nivel educativo es la cantidad cada vez mayor de quienes tienen distintos intereses y que plantean diversas demandas que compiten entre sí, impactando en mayor o menor medida su misión principal. Liz Reisberg plantea que el tema de la calidad será más complicado que nunca en las próximas dos décadas, al aumentar las presiones sobre los profesores, investigadores e instituciones para obtener mayores resultados, sin que haya garantías de que el financiamiento será suficiente. Jamil Salmi, parafraseando a Hamlet se cuestiona el “ser o no ser una universidad de clase mundial” y recomienda a los gobiernos un mayor compromiso por desarrollar sistemas bien balanceados de educación superior que incluyan un amplio rango de instituciones que tomen en cuenta las diferentes necesidades de aprendizaje de poblaciones estudiantiles diversas. El profesor japonés Akiyoshi Yonezawa se pregunta si el “juego” de los ranking continuará después de la siguiente década. Otros dos autores, María Yudkevich y Pavel Zgaga, respectivamente analizan el mercado académico y la sociedad global del conocimiento en relación al conflicto entre la razón instrumental y la de principios.
Muchos de estos temas ya han comenzado a discutirse en cuanto a sus alcances y limitaciones y también en lo relacionado con su puesta en operación mediante políticas específicas. Habrá que seguir profundizando el análisis y observando la manera en que se desarrollan para ver qué tan cercanas o lejanas de la realidad quedan las tendencias delineadas por esta serie de reflexiones y señalamientos realizados por los 25 especialistas convidados.