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Armando Alcántara Santuario

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Realidades del posgrado en América Latina

Campus Milenio Núm 148, pp.8 2005-10-06

Una de las características más sobresalientes del posgrado en la región es su incipiente desarrollo. Si bien los orígenes de este nivel de estudios pueden rastrearse hasta principios del siglo XX y más atrás, es hasta la década de los setenta cuando el posgrado comienza a tener presencia plena en el panorama de la educación superior latinoamericana. Lo anterior ocurre cuando sus niveles de cobertura son todavía relativamente bajos y se carece de una integración entre los diversos programas y modalidades; además, su inserción con la investigación es débil y sus opciones disciplinarias son limitadas.

Estas realidades y otros aspectos relevantes de los estudios de posgrado son discutidos en un documento recientemente elaborado por Claudio Rama, director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América latina y el Caribe (lESAlC).

El desarrollo del posgrado en la región se da en medio de un panorama mundial de los estudios superiores en el cual prevalece una fuerte diferenciación y diversificación institucional que, a su vez, ha originado el surgimiento de un número importante de establecimientos de educación superior en respuesta a las crecientes demandas estudiantiles.

Dichos establecimientos han propiciado también la expansión y el nacimiento de nuevas disciplinas en el conocimiento. Asimismo, se ha favorecido una apertura sin precedentes a la participación privada en la prestación de servicios educativos en una dimensión global.

Para Rama, los posgrados constituyen una nueva fase de la educación superior latinoamericana. Sus inicios estuvieron vinculados al sector salud a través de las especialidades médicas y los primeros cursos se impartieron en el interior de las universidades públicas de los diversos países.

Los estudios de posgrado son una nueva realidad en América Latina, en buena parte debido a la creciente internacionalización de la educación superior.

Conviene destacar que la educación internacional en nuestros días está caracterizada por complejas relaciones de competencia y acuerdo. También la distingue el uso de nuevas modalidades pedagógicas, principalmente de tipo virtual o las combinaciones de esta última con la presencial.

Asimismo, la creciente internacionalización de los servicios educativos ha llevado a algunos países a la creación de sistemas nacionales de aseguramiento de la calidad, así como al establecimiento de cuerpos normativos e institucionales encargados de proponer parámetros de protección y regulación de los nuevos escenarios globales en materia de educación superior.

De este modo, los sistemas nacionales de evaluación y acreditación, al igual que los acuerdos internacionales en este tipo de asuntos, han cobrado una importancia cada vez mayor.

Una serie de limitaciones todavía existentes en la región ha impedido el pleno desenvolvimiento de los posgrados, entre los cuales se encuentran la baja demanda de los sectores productivos por contar con personal con altos niveles de especialización y la baja tasa de cobertura en los estudios de pregrado o licenciatura (alrededor de 20 por ciento del grupo de edad de 20 a 24 años).

Adicionalmente, en la década anterior, los estudios de posgrado se expandieron de un modo más bien caótico, tanto en el sector público como en el privado.

La matrícula en este nivel pasó de 185 mil 393 estudiantes en 1994 (2.5 por ciento del total de licenciatura) a 535 mil 198 (4.5 por ciento de los estudiantes universitarios) en el año 2000.

Asimismo, como se mencionó al principio, aumentó significativamente la participación de las instituciones privadas (pasó de 24 por ciento a 32 por ciento entre 1994 y 2000).

Del lado del sector público también pudo apreciarse un fenómeno de concentración en unas pocas instituciones, sobre todo en las localizadas en las grandes ciudades. La mayor parte de los doctorados se concentró de manera predominante en estas últimas.

Pudo observarse, además, una mayor eficiencia terminal en las instituciones privadas que en las públicas, aunque no se ha explorado en forma suficiente los criterios de graduación utilizados en cada una de ellas. Los niveles de calidad en ambos tipos de instituciones fue muy heterogéneo. Por último, todavía es reducido el número de estudiantes de tiempo completo y son insuficientes las becas tanto en monto como en términos cuantitativos.

Los aspectos considerados en el ensayo que aquí se comentan requieren de estudios más puntuales y a fondo, los cuales serán necesario tomar en cuenta para el diseño y operación de políticas que puedan superar las limitaciones y distorsiones que hasta ahora ha mostrado la evolución de los posgrados.

También habrá que tomarlos en cuenta para que adquieran una mayor relevancia y pertinencia social, dejando con ello de ser tanto una suerte de "estacionamientos" que retarden el ingreso de los jóvenes al mercado de trabajo, como un medio para remediar las deficiencias de una pobre formación profesional.




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