Hace unos cuatro meses (16/07/09) publiqué en este mismo suplemento un artículo sobre los efectos de la crisis financiera en la Universidad de California. En él señalaba los devastadores efectos de los recortes presupuestales decretados por el estado de California, sobre la calidad de la educación ofrecida por ese sistema universitario que agrupa a diez campus situados a lo largo y ancho de esa entidad. Al igual que el artículo al que hago referencia, éste se basa, a su vez, en uno publicado la semana anterior (19/11/09) en The New York Times por Tamar Lewin. En la citada publicación del diario neoyorkino se profundiza en los efectos de los recortes mencionados sobre la “joya de la corona” del sistema: la Universidad de California Berkeley (UC Berkeley). Se menciona que los recortes en cuestión son los de mayor envergadura desde los años de la Gran Depresión y han significado una reducción de 8 por ciento en los salarios del personal académico y administrativo del sistema UC.
El prestigio de la UC Berkeley se fundamenta en los 21 premios Nobel que han sido otorgados a sus profesores y en innumerables reconocimientos científicos de gran prestigio. En 2004, la clasificación internacional del Times Higher Education la ubicó como la segunda mejor universidad de investigación del mundo, sólo detrás de Harvard. Este año, Berkeley cayó hasta el lugar 39, debido principalmente a la alta proporción profesor-estudiante. En la clasificación 2009 de la Universidad Jiao Tong de Shangai, Berkeley aparece en el tercer lugar. En el nivel local, las universidades del sistema UC ocupan también lugares destacados: ocho de los diez campus —todos menos Merced y San Francisco— están entre los 100 mejores en la clasificación de este año del US News and World Report.
Entre los estudiantes y el profesorado, existe una sensación de que los incrementos y lo profundo de los recortes estén llevando a un declive de la universidad. Según Lewin, los recortes presupuestales en California han llegado a los 30 mil millones de dólares en los recientes dos años y han afectado todos los aspectos del gobierno estatal, incluyendo salud, bienestar, seguridad y recreación. Dichos recortes han conducido a una reducción de los servicios del estado nunca vista en tiempos actuales, y para muchas instituciones, incluyendo el sistema de universidades estatales, han creado un momento decisivo en materia financiera. El presupuesto de California ha sido recortado en 2 mil 800 millones este año, incluyendo los 813 millones del sistema universitario —casi el equivalente a todo el presupuesto para la educación superior de un estado como Nuevo México—.
Por si fuera poco y pese a la movilización de los estudiantes de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), la Junta Directiva (Board of Regents) de la UC votó en favor de un incremento a la colegiatura de licenciatura de 32 por ciento para el próximo ciclo escolar, lo que significará pagar poco más de 10 mil dólares. La universidad costará tres veces más que hace una década, y lo que alguna vez fue una oferta educativa muy barata, será una de las más costosas dentro de las universidades públicas de EU.
Estudiantes, profesores y trabajadores sindicalizados consideran que los recortes ponen en peligro la capacidad del sistema para proveer una educación de alta calidad a todos los estudiantes calificados de California, particularmente aquellos que provienen de familias de bajos ingresos, quienes representan casi una tercera parte de los alumnos del sistema. Existe también una creciente preocupación de que los profesores titulares abandonen la universidad. De hecho, algunas universidades de ese país han comenzado a buscar fondos para reclutar profesores provenientes de la UC.
Mark Yudof, presidente del sistema universitario, ha creado una comisión que hará recomendaciones en el curso de la primavera del año próximo sobre el tamaño y composición del sistema. Casi todo parece estar sobre la mesa. Se habla incluso de crear un “onceavo campus de la UC en línea”, a fin de obtener ingresos por concepto de cursos —y grados— a estudiantes calificados de otros estados y países. Más aún, algunas ideas consideradas tabú, como permitir que UCLA y Berkeley tuvieran colegiaturas más altas que el resto de los otros campus del sistema o eliminar la investigación en algunos campus (Santa Cruz, Riverside y Merced), también han sido mencionadas, aunque Yudof las rechaza categóricamente.
Al disminuir el apoyo del Estado, es inevitable que la universidad comience a parecerse cada vez más a las universidades privadas. La proporción de estudiantes de fuera del Estado se incrementará el próximo año; en Berkeley casi un cuarto de los alumnos de primer año admitidos para el próximo curso serán estudiantes internacionales y de otros estados. Y, al igual que las universidades privadas, las colegiaturas se incrementan rápidamente, balanceadas, en gran parte, por mayores paquetes de ayuda financiera para estudiantes de recursos bajos y medios. A lo largo de los diez campus del sistema, los presupuestos docentes se han reducido en 139 millones de dólares, junto con mil 900 empleados despedidos, 3 mil 800 puestos académicos eliminados y el congelamiento de mil 600 nuevas contrataciones de profesores.
La situación financiera del sistema UC no parece mejorar en el futuro próximo, pues se anuncia que para el siguiente año fiscal habrá de agregarse otro recorte presupuestal por 900 millones de dólares más. Hay, sin embargo, voces optimistas que consideran que la recuperación podría comenzar en dos años más. Sólo el tiempo y el mejoramiento de las finanzas del gobierno californiano lo dirán.