Armando Alcántara Santuario

Hoy en día la investigación educativa (IE) está cobrando una importancia creciente por ser un elemento crucial para entender los cambios que ocurren en la diversas dimensiones de los fenómenos educativos (social, psicológica, económica, etcétera), así como en sus aplicaciones en programas y políticas por parte de sectores privados y públicos. En países como México, la IE ha tenido una historia que se remonta a los pasados 50 años, esto si se considera como una actividad rigurosa, sistemática e interdisciplinar, pues durante mucho tiempo su estudio estuvo vinculado a visiones restringidas a lo que acontecía dentro del salón de clases. Más aun, también a principios de la década de los sesenta, los organismos internacionales comenzaron a diseñar políticas que vinculaban el mejoramiento educativo con el desarrollo socioeconómico. Por lo tanto, en nuestro país el estudio de la educación desde la perspectiva de las ciencias sociales y humanas —y no sólo desde la pedagogía y la psicología— es relativamente reciente. La importancia que los procesos educativos tienen para la vida social ha hecho que su estudio sea más especializado, y que las discusiones sobre sus implicaciones y alcances sean cada vez más amplias.

Con este panorama en mente, quien esto escribe tuvo la oportunidad de asistir a un seminario internacional sobre la IE en el plano internacional, celebrado en la Universidad Nueve de Julio en Sao Paulo, Brasil. Por cierto, esta universidad es una de las que mayor crecimiento han tenido en la década reciente en ese país sudamericano. Apenas en 1998 contaba con una matrícula de poco más de 3 mil estudiantes y en la actualidad cuenta con más de 140 mil, los cuales asisten a sus cuatro campus en la ciudad antes mencionada y otros tantos situados en diversas localidades en el interior del estado de Sao Paulo.

El encuentro tuvo como objetivo el análisis y la discusión de la IE en las diversas regiones del mundo y la posibilidad de encontrar convergencias y divergencias en la práctica de la indagación de lo educativo en dichas regiones. En África, por ejemplo, aún existen muchas naciones que siguen sin recibir la educación básica en grandes sectores de su población, lo cual sigue siendo un factor clave para explicar el atraso de países que siguen sufriendo los embates terribles de enfermedades epidémicas y rezagos enormes en los niveles de bienestar social. Además, naciones como Cabo Verde se caracterizan por tener una proporción muy alta de sus habitantes viviendo en el exterior. En ese país, dos de cada tres caboverdianos se encuentran fuera de sus fronteras. El caso del continente africano, aunado al de otras regiones del mundo con fuertes rezagos, permite apreciar lo mucho que falta para completar el objetivo de proporcionar educación para toda la población del planeta: 774 millones de habitantes carecen de las competencias básicas para leer, escribir y calcular, de los cuales 64 por ciento son mujeres.

Por otra parte, en países de alto desarrollo industrial, como Japón, se siguen impulsando diversas estrategias para transformar la realidad local. Mediante el método de proyectos se han realizado cambios importantes, usando como herramientas las ciencias sociales. Con ello se ha elevado el nivel de concientización de las comunidades rurales y se ha convertido a las escuelas en el centro del desenvolvimiento comunitario.

En el caso europeo, como lo han demostrado las investigaciones realizadas en la pasada década, se están llevando a cabo importantes procesos de convergencia alrededor del llamado Proceso de Bolonia. Se ha observado que desde la firma del acuerdo inicial, se han ido incorporando otros países, en el marco de la ampliación de la Unión Europea. Sin embargo, en los años recientes se ha visto que la convergencia se enfrenta a diversos cuestionamientos, sobre todo de algunos actores, tal como ha sucedido con los estudiantes y algunos analistas que han criticado el propósito de homogeneizar sistemas que cuentan con tradiciones muy fuertes y diversas. Un elemento que está siendo implementado en varios países es el de la evaluación y la acreditación. Junto a éste, sin embargo, se están dando diversos recortes en los presupuestos, producto de las restricciones financieras en el ámbito nacional, lo que ha generado grandes protestas sociales, como está ocurriendo actualmente en Francia, Gran Bretaña y España, entre otras naciones.

En América Latina, los procesos anteriores también han provocado malestar en los profesores, quienes se han visto cada vez más presionados por exigencias de aumento de productividad en un contexto de restricciones en el financiamiento de las actividades académicas. Un cuestionamiento importante a la evaluación es el manejo del binomio calidad-cantidad. Asimismo, se están iniciando grandes debates sobre el tipo de conocimiento que se está generando en las instituciones de educación superior, pues nunca como ahora se demanda que el conocimiento sea útil y aplicable a la economía. En este sentido, se considera como tarea urgente evitar que el mercantilismo siga desplazando a las disciplinas sociales y humanísticas.

Si bien se reconoció que sólo en pocos países la investigación educativa es una actividad académica sólida y con impacto en el diseño e implementación de políticas sobre la educación, los esfuerzos que lleven a mejorar su estatus científico en la mayoría de los países debe seguir siendo un compromiso constante de las comunidades académicas. En ese sentido, el seminario aquí referido fue un paso importante en las discusiones sobre este importante tema educativo y sobre el cual el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie), entre otras instituciones, ha centrado el trabajo de sus casi 500 miembros desde hace más de 15 años.