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Manuel Gil Antón

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En educación superior ¿más de lo mismo?

Gil-Antón, Manuel. (enero 05, 2013). En educación superior ¿más de lo mismo?. El Universal. Recuperado de: elprofegil.wordpress. https://elprofegil.wordpress.com/articulosperiodicos/ 2013-01-05

Ante la reforma a la educación básica, la situación del nivel superior ha quedado en la penumbra. ¿Habrá continuidad o cambio, paulatino y prudente, en las condiciones para la carrera académica que ya tienen más de 20 años, o 25 al considerar su origen con la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). No siempre la continuidad es positiva. Prolongar acciones sin reflexión crítica es terquedad.

El hilo conductor para el desarrollo de la vida académica, entre siglos, ha sido la lógica que a través de monedas adicionales se propuso resolver el impacto de la crisis económica de los ochenta del siglo XX sobre los ingresos de los profesores, pero, sobre todo, paliar la carencia de autoridad académica en las Instituciones de Educación Superior (IES).

Una vez iniciada la estrategia, el despacho de abundante dinero adicional al salario se usó para modular los rasgos y trayectoria de los académicos (hacia la deseable, única y universal según la ignorancia de sus promotores) con base en un solo modelo: el profesor investigador. Era su foto.

El poderoso caballero modificó hábitos de consumo, propició algunos cambios positivos, pero no produjo una tradición académica sólida: no puede. Ha establecido como ideal de académico de tiempo completo, y la meta de la profesión, a un profesor que con 30 años de antigüedad es, de manera creciente, trabajador a destajo.

Veamos el caso del Dr. Equis, ubicado en la máxima categoría del tabulador. Cobra, netos, cada mes —por salario, antigüedad y prestaciones pactadas en el Contrato Colectivo— cerca de 33 mil pesos. Desde 1990, se originaron en su institución pagos adicionales, no contractuales. Son las becas y estímulos o primas al desempeño. No causan impuestos. Como acepta que se evalúe (¿o contabilice?) su trabajo, le transfieren monedas por una cifra aproximada a 42 mil pesos.

Del total de sus ingresos, entonces, la parte inestable pues los montos se fijan cada año de acuerdo a la disponibilidad financiera de la universidad, es el 53%. Los bonos son más del doble que el sueldo. Pertenece al nivel III del SNI. Es otro mecanismo, externo a las IES, de otorgar sobresuelos y, por el mismo trabajo que realiza, gana 30 mil pesos libres más. En total, 105 mil. Por fuera de la relación contractual recibe 70 centavos de cada peso. Cuando se jubile, de acuerdo a la ley, sus ingresos serán 10 salarios mínimos, 18 mil pesos, lo que significa perder 87 mil pesos mensuales pues las becas y primas cesan al dejar el trabajo, lo mismo que el estipendio del SNI y el seguro de gastos médicos mayores. Por eso, los profesores (el promedio de edad de la planta académica de tiempo completo es de 53 años) no se retiran, obstruyendo la entrada de jóvenes: han decidido seguir así hasta el final.

Dadas las reglas (no es un asunto de maldad: es requisito estructural de sobrevivencia) trabaja para las comisiones que dictaminan, dentro y fuera de su establecimiento, procurando hacer lo que más centavos rinda.

El foco de atención es obtener esos recursos, pues además son signo de calidad y prestigio. ¿Estudiar, atender a los estudiantes o apoyar a su institución? No rinde casi. Equis es parte de la élite de la academia en México. Quizá sean 3 mil de 80 mil profesores de tiempo completo en todo el país. Pero son los modelos a lograr: quiero ser como él, dice un joven recién contratado; ya mero le llego, afirma un profesor con menos antigüedad y experiencia que “sólo” recibe, por fuera del salario, el 25 o el 40%.

¿A dónde va un sistema educativo en el que sus actores centrales están orientados por dinero inestable, convertible muchas veces en soberbia? La nueva administración, ¿hará algo al respecto? ¿Preferirá no mover las aguas? ¿Dará continuidad a un plan de corto plazo que se convirtió en norma y guía de los profesores universitarios? En vez de retornar, poco a poco, a la noción de trabajo decente, ¿el nuevo subsecretario y quien dirige al Conacyt dirán, como los fundadores: no hay de otra? La desmesura del “pago por mérito”, impensable en otra parte del mundo, ¿consolida la planta académica del futuro? No. Vamos al despeñadero: veloces, con carro nuevo, al oscuro futuro de la academia en México. ¡Echen paja!




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