Manolo, angustiado, llevaba horas intentando hacer un rompecabezas y no lograba colocar ni una pieza. Llamó a Julia, compañera de trabajo, muy ducha en esos menesteres: oye, échame una mano. Julia, solidaria, visitó al amigo. Al llegar, miró la mesa y, luego de unos segundos, con pena, dijo: Manolo, lo siento: no compraste un rompecabezas. Es una caja de hojuelas de maíz y el dibujo en la caja es del Tigre Toño… Lo sucedido al tocayo de quien esto escribe es una metáfora útil para, de una manera general, proponer un balance de la acción educativa de las presidencias a cargo del PAN en estos doce años que pronto terminan. Pese al enorme esfuerzo y gigantesco gasto realizado en programas educativos, el saldo es magro. Así fue. Durante dos sexenios la SEP Azul no paró de hacer cuanta cosa imaginó sin reparar los costos: ha sido, si se le mira bien una conducción educativa en ocurrencias, no en ideas. Cada acción podría ser considerada, en principio al menos, y por su intención, válida: la Enciclomedia en su momento. Evaluar a los estudiantes cada año, a los profesores; reparar los baños de las escuelas. Hacer planes para que se leyera más o poner a concurso algunas plazas. Enmendar y promover Habilidades Digitales para Todos, que es lo mismo pero no es igual a lo de antes. Lograr que más profesores en las universidades tengan doctorado, que “sean” del SNI; multiplicar por 4 la cantidad ya grande de becas que había al inicio, acreditar hartos programas de estudio para que sean reconocidos por su buena calidad, incrementar la cobertura al 35%, al 33% o al 30% según convenga medir; hacer, de volada, 140 instituciones de educación superior y son apenas unas cuantas, no hay razón para escatimarlo. Como hojuelas de maíz, y aceptando, sin conceder, que se haya realizado con acierto una, el problema es que no embonan, que no encajan unas con otras, pues la ausencia fundamental fue un horizonte educativo, un proyecto: algunas ideas rectoras que permitieran construir piezas en lugar de fragmentos. Cada trozo del cereal puede ser bueno, pero no se arma, por ello, la figura del empaque. Las hojuelas, como en la mesa de Manolo, se amontonan sin remedio. No se pueden integrar dado que la imagen de la caja no es, si se mira bien, una propuesta educativa inteligente, sino simple y llana propaganda. Antes de salir de su casa Julia le preguntó: ¿Quién re vendió el cereal como si fuera rompecabezas? Una señora altiva, respondió Manolo. Y bien caro.