¿Diferente? La palabra usada hasta el hartazgo por Josefina Vázquez Mota durante su campaña requiere expresar, con claridad, la forma de hacer las cosas en las que será distinta, inconfundible e incomparable. ¿De quién diferirá? ¿Qué es lo que no va a hacer del mismo modo? Diferente respecto a nada o a nadie, por lógica, es una noción vacía.
Hay dos elementos que empiezan a despejar la incógnita: por un lado, la candidata, en su reciente propaganda, ya dice que no acordará nada con Elba Esther Gordillo: no volverá esa señora (conjuga el verbo en pasado) a ser obstáculo para conseguir la calidad educativa. La frase, por sí misma, no elimina la duda sobre lo que la distingue si no indicara al que sí lo ha hecho o hará. Añade que su negativa la separa de Peña Nieto. Él sí tiene pacto ya con la maestra. Josefina no será, jamás, como el abanderado del PRI. Ni dará continuidad a las maneras turbias de relación política entre poderes fácticos y el Ejecutivo, propias de tiempos idos, antes del triunfo de Acción Nacional. El argumento cruje, rechina. Por lo que implica para la educación, hay que pasar en claro lo sucedido. Al acusar a su adversario lanza una profecía factible: genio y figura… Pero si es más seguro ser historiador que profeta, la historia reciente muestra a plena luz que quienes “se acomodaron” con Elba Esther, a pesar de los supuestos valores de su partido y promesas electorales, fueron los presidentes de la república emanados del PAN.
Hay constancia de lo ocurrido en este sexenio. Felipe Calderón afirmó que la alianza era “por la calidad de la educación”, pero a consecuencia de posteriores declaraciones de Gordillo, reconoció que, en efecto, había acordado con ella otorgarle, a cambio de favores recibidos y por venir, la dirección del ISSSTE, la Lotería Nacional, una subsecretaría en el ramo de seguridad y, para nuestra desgracia, en el campo educativo la subsecretaría de Educación Básica: la ocupó un destacado representante del SNTE y miembro del Panal, hoy aspirante al Senado por ese negocio/partido. El Presidente dijo que lo había hecho para honrar los compromisos de Fox, su antecesor. Todo un caballero.
Así las cosas, cuando Vázquez Mota se presume diferente y afirma que no pactará con la profesora como otros han hecho, lo que debería aclarar es que actuará de manera distinta que Calderón. Que no va a hacer lo que en efecto hizo su ex jefe y compañero de partido. Bien lo sabe, pues cuando quien preside a la nación tuvo que optar entre su secretaria de Educación y la líder sindical, no dudó: se fue Josefina. Mandó al bote de basura el Programa Sectorial Educativo 2007–2012, e indicó que la ruta de su gobierno sería la Alianza por la Calidad Educativa (ACE), que es un acuerdo firmado entre el Presidente y la profesora en las alturas de sus intereses políticos de corto plazo, no educativos.
Es imposible silbar y comer pinole; no se vale estar con el que sin duda se arregló con la verdadera jefa para compartir, o entregarle de plano, la autoridad educativa. Se dice que en política el fin justifica los medios. Suele ser un error que cuesta y caro: Vázquez Mota aceptó ser secretaria de Educación a pesar del pacto y el maltrato del Presidente al que guiaban los acomodos con Gordillo. Ni renunció, ni tuvo estatura para denunciarlo. Aguantó vara. ¿Por qué? Porque el fin, la Presidencia a la que aspira, justificó los medios que no sólo fueron la abdicación de sus funciones, sino el daño a la educación nacional más grave del que se tenga memoria.
¿Diferente? No hay razones para esperarlo: si no se fue en su momento, y no critica a Calderón por el evidente pacto político con la profesora y sus secuaces, sino que se fuga hacia adelante con el argumento que Peña ya transó, lo menos que se puede decir es que sus actos contradicen su palabra. Pero ¿por qué esperar coherencia o sinceridad de quien, en aras de llegar a donde le conduce su ambición, aceptó ser comparsa? Si en verdad quiere ser distinta, debe exponer las razones por las que participó en el gobierno de Calderón y guardó oportuno silencio. Pretender ganar así, o perder, no la hace diferente: es idéntica a quien critica por lo que calla.