Atisba al futuro. El presidente Calderón imagina el trato que le dará la historia: "Ojalá me recordaran por lo que he hecho en educación y salud, y no nada más por los muertos en la lucha contra la delincuencia". ¿Le convendría ser añorado por sus acciones en educación? Quién sabe.
Las recientes declaraciones de Elba Esther Gordillo lo dejan mal parado. Desde el inicio de su mandato, aceptó un pacto político con la presidenta del SNTE y dirigente de una fuerza política considerable. A decir de la señora, el acuerdo fue en torno a transacciones políticas, votos por puestos, lo cual refuta lo dicho por el mandatario: "Con el SNTE hay una alianza, sí, pero es educativa, no política". ¿Será?
Gordillo, sin ambages, sale, ahora, al mercado para ofrecer sus servicios al mejor postor —al partido o candidato que le dé más puestos, dinero, ventajas, impunidad, gratitud e interlocución privilegiada. Hace cinco años pidió como contraparte a sus gestiones, puestos para su grupo reformador (sic).
Lo grave del acuerdo es, justamente, lo que no dice. El centro del acuerdo era otro: concederle el control de la educación básica, la de todos los mexicanos por mandato constitucional. Esa era la factura importante o la hipoteca que Calderón aceptó, pagó y paga hoy, con toda puntualidad, a pesar de los intereses agiotistas que significa para el desarrollo cultural y económico del país.
Los subsecretarios los nombra el Presidente. Fernando González fue nombrado responsable de la educación básica. Frente a esta concesión, más bien cesión, el obsequio de la administración del ISSSTE o la Lotería fue lo de menos para el interés nacional. Nunca la renuncia de la autoridad educativa, facultad del Ejecutivo, había llegado a tal nivel: se diluyó. La SEP, en 2007, emite el Programa Sectorial Educativo: es el más pobre y mediocre del que se tenga memoria. En cambio, la Alianza por la Calidad Educativa, acordada con el SNTE, opera como faro en la conducción de la educación básica.
Se negocia con la cúpula sindical la agenda a los Consejos de Participación Social, dando legitimidad a las supuestas "cuotas voluntarias". La SEP dice que son virtuosas, a pesar de no ser constitucionales. Pacto mata Ley.
Adicional a este "hecho histórico y sin precedentes", se acumulan otros así calificados: apoyar fiscalmente a "las familias que hacen el gran esfuerzo de enviar a sus hijos a la educación privada". Decisión éticamente impresentable. Acordar, de nuevo con el SNTE, los ajustes a la Carrera Magisterial; felicitar al sindicato por aceptar que la evaluación sea para todos. Un ejemplo de valor, señaló el Presidente.
Un aspecto más es ineludible. Ha sido entronizada como piedra filosofal la prueba ENLACE, instrumento de evaluación que se emplea para reconocer escuelas buenas o dar paga adicional a profesores cuyos alumnos "saquen muchos aciertos". El examen para evaluar nunca ha sido evaluado de manera independiente. Menuda contradicción. Hay que evaluar, aunque sea mal... Es un fetiche.
Hace días, el señor Lujambio dijo sobre ENLACE: "La prueba deberá ir sufriendo modificaciones, pues es perfectible, pero hoy en día lo que mide son los instrumentos de la inteligencia de los niños, más importantes a partir de los cuales se desarrollan otras habilidades y destrezas". Afirmar eso no tiene fundamento alguno, es un error, y enorme. Muestra clara de ignorancia sobre los rudimentos del proceso educativo y cognitivo. Lo que afirmó es preocupante, pues lo dice el secretario de Educación.
¿Cómo puede el Presidente aspirar a ser recordado por lo realizado en materia educativa si entregó la plaza al iniciar el sexenio y no advierte que a quien ha encargado el despacho, sin conocimiento de causa, se atreve a decir que la SEP tiene un instrumento que puede medir la "inteligencia" a través de sus "instrumentos".