Al desbarrancadero educativo. Con prisa y sin pausa. Para fundamentar tal posición bastan las consideraciones que la propia autoridad educativa hace sobre la evaluación ENLACE. Es una prueba, reconocen, inadecuada, pues al intentar medir lo que los alumnos saben, califica el desempeño del maestro y su saber como si el profesor fuese el único factor que interviene en el aprendizaje, independientemente de la desigualdad social y la trayectoria escolar previa. Está lleno de fallas: hay reactivos que nada más Dios, si existe, podría responder. Se construye siguiendo a un currículo memorístico que ya no es pertinente. La SEP lo sabe y por eso dice que es “provisional”. Urge hacer uno mejor, pero lo sigue aplicando porque “no hay otro”. Es como quien usa un martillo para matar a un mosquito; como no tiene un matamoscas, sigue, terco, usando el martillo pese a la destrucción de la pared y la facilidad con la que el mosquito sale bien librado. Ya lo decía Einstein: “es insano hacer, hacer y volver a hacer lo mismo, y esperar resultados diferentes”. Las autoridades no dicen esto en público. Nada más “en corto…”
Omiten estas carencias cuando presumen grandes logros con base en ENLACE. Como la prueba tendrá impactos importantes en el corto, medio y largo plazos, hace falta advertir lo que su uso implicará. En la evaluación “universal” de los profesores, el resultado de sus alumnos en ENLACE valdrá 50%. Una proporción enorme. El examen que se aplicará a todos los maestros aportará 5% de su calificación. Es crucial que el Presidente de la Educación, y el encargado del tema en la SEP, rindan cuentas de sus actos. Que no ofrezcan cuentas de vidrio como moneda firme en el terreno educativo.
Es cierto: sólo lo que se evalúa se puede mejorar. Y si el proceso de valoración es “juicioso, honesto, razonable y veraz”, como se afirma en el acuerdo, el rumbo sería correcto. De fallar el sistema de evaluación, si el instrumento central no es veraz ni confiable, se sigue una conclusión lógica: lo que se evalúa (bien) se puede mejorar, pero si se evalúa mal, el resultado lleva inexorablemente a empeorar las cosas. No hay para dónde hacerse.
Las autoridades no advierten que han aceptado una limitación que proviene de la mediocridad de su visión educativa: como es muy difícil medir lo que es valioso en el proceso educativo, han decidido valorar sólo lo que es medible. Es mucho más fácil “contar” aciertos que entender lo complejo del proceso de aprendizaje en la escuela. Hay elementos intangibles (el liderazgo, la coordinación, el trabajo en equipo y la solidaridad entre el grupo de maestros) que requieren una aproximación detenida y atenta a lo que ocurre, y que escapa —a pesar de ser fundamental— a todo examen de opción múltiple.
Si de los resultados de ENLACE derivan recompensas económicas a los profesores, prestigios personales y propaganda escolar (“Venga a estudiar a esta escuela, salimos muy bien en ENLACE…”), el examen estandarizado se va convirtiendo en el verdadero plan de estudios. Es vital que los alumnos salgan bien evaluados; por ende, cada vez más se destinan horas importantes en preparar a los estudiantes para la prueba de todas las pruebas. Hay que mejorar: no necesariamente en el saber, sino en la capacidad de resolver el examen.
Los expertos saben que hay evaluaciones de alto impacto: ENLACE, hemos visto, es una de ellas. Cuando son así, deben ser empleadas, si acaso, con mucho cuidado. Eso no pasa: cada año se pone el termómetro a todos los niños. ¿Que el termómetro está mal calibrado? No le hace, no tenemos otro…
Como consuelo, dice la SEP que ENLACE es provisional. Y lo es porque se tiene que mejorar, complementar con otros instrumentos y, sobre todo, alinearse con otro currículo que aún no cambia… Un buen maestro, especialista en estudios de la India, me compartió una sentencia de por allá: “no hay nada más permanente que lo que un gobierno afirma que será transitorio”. Como la tenencia vehicular, el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) o las Becas y Estímulos en la educación superior: estas medidas fueron impuestas como transitorias para apoyar a los juegos Olímpicos de 1968, la primera, o retener a científicos y académicos en sus actividades dado el desplome salarial en las otras dos. Hoy, 33, 26 y 20 años después, gozan de sólida estabilidad. Si el gobierno dice que ENLACE es provisional, lo más probable es que sea permanente, con todo lo que esto conlleva. ¿Seguimos con este eje central de la política educativa? Hay muchos riesgos, y como la crítica proviene de la propia autoridad, ante confesión de parte, relevo de pruebas. El daño ya es grande, pero el desbarrancadero al que conduce la estrechez de miras y su ignorancia es muy hondo. Parece no importarles. Sus metas no rebasan al 2011, aunque propongan reformas que inician el 2013… Ya vendrán otros arrieros, ¿o pensarán que serán los mismos? Vaya aventura. ¿Vamos con ENLACE? Yo no firmo.