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Marion Lloyd

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La educación superior, debate estratégico en las elecciones de EU

Lloyd Marion (junio 14, 2012). La educación superior, debate estratégico en las elecciones de EU. Suplemento Campus Milenio. Núm. 466. 2012-06-14

Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos no suelen hablar mucho de su paso por la universidad, y mucho menos si esa universidad es Harvard. A pesar de contar con las instituciones de educación superior mejor ranqueadas del mundo, el país tiene una fuerte beta anti-intelectual y democrática, que obliga a los aspirantes al puesto a fingir humildad. Sin embargo, la actual contienda presidencial parece ser una excepción al colocar a la educación superior – y al enorme costo de la misma - al centro del debate.

De primera importancia está el tema de la deuda estudiantil, cuyo monto rebasó el record de $1 billón este año, desatando las protestas más álgidas desde la Guerra de Vietnam. Tanto el presidente Obama como su contrincante republicano Mitt Romney – ambos egresados de la Escuela de Leyes de Harvard - se han pronunciado a favor de medidas que darían alivio a los deudores. Sin embargo, difieren en cuanto a su visión del papel que debe jugar el gobierno federal en la expansión del sector, además del peso que otorgan a la educación superior como motor económico del país.

En sus tres años en el poder, Obama ha hecho más que sus antecesores en promover el acceso a la educación superior, aunque no siempre con éxito. En 2009, lanzó la Iniciativa Americana de Egresados (American Graduation Initiative), que propone invertir $12 mil millones en las community colleges (instituciones públicas que otorgan títulos técnicos después de dos años de estudios) e incrementar en 5 millones el número de egresados para 2020. El programa ha quedado corto, ya que el Congreso sólo aprobó $2 mil millones – la sexta parte de los fondos solicitados – y esos para programas de capacitación laboral.

Sin embargo, Obama ha tenido otros logros importantes en su meta de incrementar el acceso. Duplicó la cantidad de dinero para becas federales; aprobó un crédito récord de $10,000 en el pago de impuestos para personas que están cubriendo colegiaturas universitarias; redujo el máximo monto a pagar en préstamos federales; y quitó a los bancos como intermediarios de los mismos.

También, ha impuesto mayores controles en un intento por frenar los abusos por parte de las instituciones con fines de lucro (for-profit), un sector que creció exponencialmente bajo el gobierno republicano de George W. Bush. En junio de 2011, Obama anunció nuevas reglas para este sector, que condicionan la ayuda federal a la institución al éxito laboral de sus egresados, como parte de una campaña por mejorar la calidad de la educación que imparten.

Por su parte, Romney ha salido en defensa del sector for-profit, argumentando que representa una buena opción para la mayoría de la población que no puede asistir a instituciones de élite. Las for-profit también han logrado el apoyo de la mayoría republicana en la cámara baja del Congreso, en parte, a través de contribuir a sus campañas de reelección. No obstante, ésta aún no ha podido revertir las medidas anunciadas por Obama, que toman efecto en este mes.

Ahora, en plena campaña electoral, el presidente ha reforzado su argumento a favor de una educación superior de calidad, utilizando a sí mismo como el mayor ejemplo. Un anuncio de campaña televisado en mayo muestra a Obama de joven durante su paso por la Escuela de Leyes de Harvard. Lleva en mano una copia de la Harvard Law Review (la revista de la Escuela de Leyes), de la cual fue el primer presidente afro-americano. El anuncio cuenta como la mamá de Obama le levantó en la madrugada para estudiar, y proclama que “con trabajo duro y apoyos gubernamentales, él logró transformar su vida”.

En otra imagen diseminada por su campaña, Obama imparte una clase en la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago, una de las mejores instituciones de educación superior en el mundo. El mensaje es claro: si me reeliges, tú también podrás tener éxito en la universidad y en la vida.

En otro contexto político, presumir de esta forma sus credenciales Ivy League sería suicidio político. En las elecciones de 2004, el candidato demócrata John Kerry, quien es egresado de la Universidad de Yale, alienó a gran parte del electorado con su imagen aristócrata y su forma abigarrada de hablar. A pesar de que su rival, George W. Bush, también es licenciado de Yale, éste se proyectó como un hombre de masas – imagen que se fortaleció a través de los frecuentes errores gramaticales del ex presidente y sus ataques a la academia.

Pero ocho años después, el clima político, económico y cultural ha cambiado. Estados Unidos está saliendo de la peor crisis económica en 80 años, y el rezago educativo del país ha salido como uno de los temas más importantes a enfrentar. Estudio tras estudio ha señalado la falta de preparación de los trabajadores norteamericanos para la nueva economía de conocimiento, en parte por las altas tasas de deserción escolar, tanto a nivel preparatoria como de educación superior. Como resultado, después de décadas en que el país fue el líder mundial en el porcentaje de egresados universitarios, en 2010 se colocó en el doceavo lugar. Obama ha propuesto retomar el liderazgo en educación superior para 2020 – una ambiciosa agenda que dice formaría parte central de su próximo gobierno.

Tal enfoque en la educación superior no es habitual entre los políticos estadounidenses, y ha expuesto a Obama a las críticas de la extrema derecha. En febrero, el precandidato republicano Rick Santorum le tachó a Obama de “snob” por querer que todos los estadounidenses asistieran a la universidad. Alegó que aquellos que “han sido educados por profesores universitarios liberales” quieren rehacer al país a su imagen y semejanza.

A su vez, otro precandidato, el ultraconservador Newt Gingrich, atacó a Obama por intentar solventar el problema de la deuda estudiantil con fondos públicos. El presidente ha está haciendo cabildeo en el Congreso porque se extienda la vigencia de una ley de 2007, que bajó la tasa de interés para préstamos estudiantiles federales de 6.8% a 3.4% por un periodo de 5 años. La ley vence en julio y el extenderlo por otro año costaría $8 mil millones.

Obama ha respondido a ambos ataques, argumentando que sus propuestas van dirigidas a las clases trabajadoras y medias, no a la élite. Y tiene otro as en la manga: su experiencia personal con el problema de la deuda estudiantil. Obama, igual que su esposa Michelle, tuvo que recurrir a préstamos estudiantiles para pagar sus estudios universitarios. Según ha contado a estudiantes durante visitas recientes a varias universidades del país, tardaron décadas en saldar su deuda. Aún así, insiste en la importancia de su propia educación en su futuro éxito como profesional y presidente.

En un discurso radiofónico en mayo, pintó a los republicanos – y por extensión, a Romney – de clasistas que quieren frenar el progreso de las clases trabajadoras y medias del país. “En América, la educación superior no puede ser un lujo. Es un imperativo económico a que todas las familias deben poder acceder … No podemos dejar que América se convierta en un país en donde un número decreciente de personas prospera mientras un número cada vez mayor batalla por sobrevivir”.

Romney no ha tenido opción más que sumarse a la propuesta de extender la tasa reducida de intereses. Pero ha buscado culpar a Obama por la crisis económica, que ha resultado en altas tasas de morosidad entre los deudores. Según un estudio de The Associated Press citado por Romney, el 53.6% de egresados con menos de 25 años fueron desempleados en 2011, el porcentaje más alto en por lo menos 11 años.

Obama, por su parte, acusa a Romney de haber contribuido al problema de la deuda estudiantil durante su periodo como gobernador del estado de Massachusetts de 2003 a 2007. Como parte de su programa de recortes presupuestales, Romney redujo el presupuesto para las universidades públicas del estado en $140 millones; en respuesta, las instituciones subieron sus colegiaturas 63% durante los siguientes cuatro años, según reportes de prensa.

En juego está nada menos que el voto juvenil. El sector de entre 18 y 29 años fue crítico en asegurar la victoria de Obama en 2008, dándole el 66% de su voto, según encuestas de salida. El presidente ha buscado solidificar ese apoyo, asistiendo durante mayo a mítines político en universidades en Virginia y Ohio, dos estados en donde la elección tiende a ser muy reñida.

Sin embargo, el tema de la deuda va más allá de los sectores jóvenes y pobres. Mientras 34% de los deudores tienen menos de 30 años, otros 33% tienen más de 40, y 17% tiene más de 50 años. De igual forma, mientras 37% de los deudores provienen de familias con ingresos anuales menores a $20,000, 12% vienen de familias con ingresos mayores a $80,000, según cifras de la Reserva Federal.

El tema afecta inclusive a los que no han recurrido a deudas. Con las colegiaturas universitarias creciendo a un ritmo de 10 a 20% por año, muchos padres de familia están preocupados sobre cómo van a costear las colegiaturas de sus hijos.

Como respuesta, Obama ha estado presionando a las universidades a bajar el costo de sus colegiaturas, al riesgo de perder apoyos federales. “No es suficiente que el gobierno incremente apoyos estudiantiles. No podemos seguir subsidiando a colegiaturas estratosféricas: nos quedaremos sin dinero”, dijo en su discurso anual sobre el Estado de la Unión en enero. “Los estados tienen que hacer su parte al dar mayor prioridad en sus presupuestos a la educación superior, y los colegios y universidades tienen que hacer su parte, al trabajar por bajar los costos”. Y concluyó con una especie de amenaza al sector: “Permítanme ponerles en aviso a las universidades: Si no puedes frenar el alza en las colegiaturas, los fondos que recibirás del erario público bajarán”.

Son palabras fuertes, y recibieron un fuerte aplauso de sus partidarios en el Congreso. Ahora falta ver si tendrán un impacto en las elecciones de noviembre. Pero como mínimo, Obama ha logrado algo poco común para un presidente: colocar a la educación superior como tema ineludible en el debate nacional.




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