A Paulo Speller, el Secretario de Educación Superior brasileño, no le asustan los grandes retos. Como líder estudiantil en los años 60, fue torturado y encarcelado durante más de un año bajo la dictadura militar brasileña. Al recuperar su libertad, se refugió en México, país que, a pesar de estar librando una “guerra sucia” en contra de grupos izquierdistas, acogió a miles de exiliados de otros regímenes autoritarios de América Latina. Durante sus ocho años en el país, Speller estudió una licenciatura en la Universidad Veracruzana y después se incorporó a la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México, como estudiante de maestría y docente, en un momento de profundos cambios en la universidad—y en México.
Al cabo de dos años como voluntario de la UNESCO en Mozambique, Speller aprovechó la Ley de Amnistía brasileña de 1979 para regresar a su país natal por unos años. Obtuvo un doctorado en Gobierno en la Universidad de Essex, en Inglaterra, y después fungió como funcionario y rector de la Universidad Federal de Mato Grosso, una institución pionera en el interior de Brasil. En 2010, se convirtió en rector fundador de la Universidad de Integración Internacional de la Lusofonía Afrobrasileña en el Estado de Ceará. La institución, ubicada en la empobrecida región del Noroeste, forma parte de la estrategia del ex presidente Lula da Silva de fortalecer lazos con otras ex colonias portuguesas, y con los países en desarrollo en general.
Speller asumió su puesto en el Ministerio de Educación en abril, en un momento en que la educación superior brasileña está experimentando una visibilidad inédita a nivel internacional. En 2011, el gobierno anunció que iba a mandar a cien mil estudiantes al extranjero a cursar estudios de licenciatura y posgrado en las áreas de ciencia, tecnología, ingenierías, y matemáticas en universidades de primer nivel para 2015. Ciencia sin Fronteras es por mucho el programa más ambicioso de su tipo en la región latinoamericana, y puso a Brasil en las miras de universidades en todo el mundo. Ahora, Speller está recibiendo visitas semanales de altos funcionarios de muchos países, que quieren atraer a becarios brasileños. Para este semestre, más de 54 mil estudiantes habían salido estancias en más de 30 países, con la parte más grande—unos 16 mil—estudiando en Estados Unidos.
Speller también está supervisando la implementación de las políticas de acción afirmativa más ambiciosas del hemisferio. La Ley de Cuotas, firmada por la presidenta Dilma Rousseff en agosto de 2012, obliga a las 63 universidades federales del país—que suelen ser entre las más competitivas—a reservar la mitad de sus lugares para estudiantes afrobrasileños, indígenas, y los egresados de bachilleratos públicos con bajo nivel económico, de forma gradual hasta 2016. La ley institucionaliza una década de estas políticas en la educación superior brasileña, que ya han beneficiado a más de 1 millón de estudiantes de grupos desfavorecidos.
Un tercer hito afectando el sistema terciario brasileño es la nueva ley federal aprobada en agosto, que reserva 75 por ciento de las regalías y otros cobros derivados de la explotación petrolera para la educación pública. Se espera que la Ley 12858 inyecte un total de 51 mil millones de dólares adicionales al sistema educativo para 2022.
Tuve la oportunidad de conversar con Speller sobre los grandes cambios en el sistema de educación superior brasileña, en el marco del Tercer Congreso de las Américas de Educación Internacional, que fue realizado en Monterrey en octubre. Él se mostró optimista de que las nuevas políticas ayudarían a democratizar a la educación superior brasileña, a la vez que incrementarían las capacidades científicas y tecnológicas del país. A su vez, habló con franqueza sobre lo que implica cumplir con las metas, y sobre los grandes retos que enfrenta el sistema educativo brasileña en general.
¿Cómo va el Programa Ciencias sin Fronteras?
El programa va muy bien. Hubo ajustes que se hicieron necesarios, con Portugal por ejemplo, porque había una demanda muy fuerte para ir a Portugal y cortamos Portugal, en lo referente al pregrado sándwich. Había como 30,000 inscritos, y la idea es que el estudiante tenga la oportunidad de estar, no solamente en otro país, pero de ejercer o desarrollar su dominio en otro idioma, y el ingles sobre todo, pero no solamente. Y efectivamente nos dimos cuenta de que un número importante de estudiantes no tenía el dominio del inglés, así que empezamos un nuevo programa que se llama Inglés sin Fronteras, que es un programa muy extenso que ahora está en todas las universidades federales, o casi todas. Son 63 universidades federales, contando las cuatro nuevas que se acaba de crear. Este programa tiene tres componentes: uno que es la prueba de inglés, para poder disfrutar la beca para ir afuera; tenemos otro programa a distancia, virtual; y tenemos un programa que es presencial. Entonces son tres componentes, y los resultados son fantásticos. Toda la gente lo quiere hacer, incluso profesores y funcionarios. Por otra parte, introducimos también la alternativa para que el estudiante pudiera ir, si tenía un nivel regular del dominio del inglés, podía ir tres meses o seis meses antes para un programa de aprendizaje de ingles en el sitio mismo donde el programa se va a desarrollar. Entonces con esos dos ajustes importantes, creo que ahora vamos muy bien. La meta es de 101 mil estudiantes y profesores.
¿Y profesores?
Sí, porque también hay para el doctorado y postdoctorado, pero la gran mayoría son estudiantes de pregrado sándwich, para estar un año. Y llegamos ahora a 54,000. Ya enviamos 54,000 personas.
¿Empezaron cuándo exactamente?
Empezamos en 2011, es muy recién. Y se acaba en 2015.
¿Es una fecha límite?
Para este programa específicamente. Brasil tiene una serie de programas para doctorado, postdoctorado, etc., pero en números más conservadores, digamos, que prexistían. Ahora vamos a hacer un balance de los resultados obtenidos, y claro que no se va a cortar todo eso. Diferentes componentes, tal vez bajo otras formas, van a continuar.
¿Qué porcentaje de estos va a Estados Unidos?
La mayor parte. La tradición ya era ir a Estados Unidos para hacer posgrado, doctorado sobre todo. Para maestría ya no enviamos más …Vamos a empezar a mandar para hacer maestría profesionalizante, que son programas muy bien establecidos en Estados Unidos. Vamos a empezar con Estados Unidos, que son programas de 1 año, un año y medio como mucho, pero que no son maestrías académicas, para gente de la industria, gente de las universidades, pero que están enfocados en el desarrollo tecnológico, las ingenierías. ¿Ya sabes que en Ciencias sin Fronteras, estamos privilegiando las áreas duras? Las humanidades no están incluidas. Los programas para humanidades … siguen su curso normal, pero aquí tenemos una prioridad en las áreas duras.
Ha llamado mucho la atención este programa por su magnitud. ¿Pero qué tanto puede cambiar el panorama de educación superior en Brasil? ¿Qué tan grande será el impacto, más allá de los números?
El impacto es muy importante, porque la universidad brasileña tiene una tradición muy aulista, de sala de aula. Lo que se observa en las universidades mejor ranqueadas en el mundo es que cada vez más incentivan el trabajo individual, independiente, la orientación de profesores más que la presencia en la clase todo el tiempo. Esto es una diferencia muy importante.
Ahora estamos administrando el regreso de los estudiantes. En pocos lugares, hemos observado resistencia de los coordinadores de cursos para reconocer los créditos de las actividades realizadas afuera. …Hay que flexibilizar la manera de ver las actividades realizadas afuera. Hay situaciones muy puntuales, por ejemplo los cursos de medicina, porque tienen toda una trayectoria más rígida. Y evidentemente si salen de esta secuencia, cuando regresan dicen, bueno, te falta esto, tienes que hacerlo. Pero son ajustes pequeños. Este tipo de consecuencia es muy positiva, porque se trata de abrir la universidad, de flexibilizar, de usar más los medios de información y de comunicación. Y sobre todo, de estimular las actividades individuales, la independencia del estudiante, bajo la orientación y supervisión del profesor, evidentemente. Entonces, es un elemento que me parece muy importante.
Hubo un tiempo, muy a principio, en que mandaron muchos al exterior, ¿bajo el gobierno militar?
Bueno, hubo un tiempo, porque el posgrado en Brasil se desarrolla sobre todo a partir de los años 50, pero sobre todo 60 y 70. Y a partir de eso, se empieza a mandar números crecientes de jóvenes afuera, sobre todo a Estados Unidos y a Europa. Yo hice mi doctorado en Inglaterra, en un momento en que era posible hacer eso en grandes números. Yo tenía una beca por cuatro años. Esto hoy ya no era posible antes de Ciencia sin Fronteras en números significativos. ¿Por qué? Porque los programas de posgrado se desarrollaron muy fuertemente en Brasil. Teníamos maestrías muy bien desarrolladas, y ahora tenemos programas de doctorado en prácticamente en todas las áreas. Entonces se estaba priorizando el envío a programas que no existían en Brasil. Pero lo estamos viendo, y se sabe muy bien, es que es importante, si bien si no todo el doctorado, por lo menos una parte, del formato sándwich. Y esto es lo que estamos estimulando, el contacto, es extremadamente importante.
Por último, parece que la mitad de las becas que ha otorgado Ciencias sin Fronteras son del sector privado.
No, es un número mucho menor. Están previstas hasta 26,000. Y eso puede crecer, puede ir mucho más allá de las 26 mil. Porque ellos están realmente muy involucrados, y muy interesados, es buen negocio para ellos. Porque se refleja directamente en sus inversiones, sus negocios, y sus lucros.
¿Y eso cómo funciona?
Ellos financian directamente las becas.
¿Y ellos tienen que ir a trabajar para ese negocio?
No quiere decir que van a trabajar en un negocio privado. Y ni siquiera necesariamente van a hacer una estancia en sus empresas. Es el mismo proceso selectivo. Son los estudiantes de las universidades que se inscriben, son seleccionados, tienen que hablar inglés. Y después deciden su vida. No hay ninguna vinculación de una cosa con otra.
La nueva ley de las regalías petroleras, ¿como va a afectar a la educación superior?
Es mucho dinero, y ahora con la aprobación del PNE, el Plan Nacional de Educación, que va también a colocar 10% del PIB dentro de algún tiempo. Va creciendo progresivamente. Tenemos un desafío ahora que tenemos que saber qué hacer con ese dinero. No se trata de tener más dinero de hacer más de lo mismo. Y eso es lo que estamos tratando de hacer en el Ministerio de Educación. El ministro Mercadante tiene eso muy claro, porque él ha sido el mayor defensor y quien realmente peleó por tener el 75 por ciento de los royalties [regalías]. Entonces en eso estamos.
Aquí se habló de la educación media. ¿Qué hacer con la educación media en Brasil? Lo que se decía de México va igualito para Brasil. El joven no quiere estudiar, quiere trabajar. No tiene paciencia para estar en un salón de clase escuchando, escuchando, escuchando. En realidad, el maestro está hablando y él está con su celular, plugando en el net alrededor del mundo. Él se está internacionalizando mucho más rápido que la educación media. Entonces, la deserción es muy fuerte, y no tenemos jóvenes suficientes, y suficientemente bien formados para llegar a la universidad. Esto es un problema.
La mayoría de las universidades, e igual las buenas hoy en día, tienen programas para la consolidación de conocimientos del joven que llega, porque no llega preparado como antes. Antes éramos muy poquitos, éramos una elite. No había tanto problema. Cuando yo entré a la Universidad, nadie entraba en la universidad. Casi no había universidades en Brasil en los años 60. Hoy día, todavía tenemos pocos porcentualmente, pero aún así tenemos 7 millones de jóvenes en la universidad en Brasil, publicas y privadas. Entonces la educación básica es un reto tremendo, y hay que saber qué hacemos con toda esa plata que dicen que vamos a tener.
¿Y sí piensan que la van a tener? Porque en México, se forman leyes así y se fijan metas, como en el caso de la inversión en investigación científica, pero no se cumplen.
Yo creo que sí. Yo creo que es para valer. Y hay mucho petróleo, y mucho dinero va a estar disponible para la educación, y para salud, que es el otro reto. Y hay programas igualmente ambiciosas en salud.
En términos de las políticas de acción afirmativa, en Estados Unidos están desmantelando mucho de sus programas. Dicen que son cosa del pasado, que ya no son necesarios, y en Brasil siguen avanzando…
Ha sido muy interesante, cuando ves ahora la presencia de estudiantes negros, de estudiantes que vienen de la escuela pública, ya no tanto de la escuela privada, de cómo pelean por estar en la universidad, de la garra que tienen. Pero la universidad necesita de programas más consistentes para recibir a estos jóvenes, porque vienen ahora en números mucho más grandes. El contingente es muy fuerte, entonces la universidad tiene que estar preparada.
He visto muchos estudios que, contra todo pronóstico, señalan que los cotistas (beneficiarios de los cupos reservados) están teniendo mejores rendimientos escolares que los no cotistas, aún sin programas remediales. ¿A qué se atribuye el hecho de que al parecer van bien estos estudiantes.
Sí, van bien. Pero ésto va apenas comenzando, porque la Ley de Cuotas se empieza a implementar. Algunas van más rápidamente. Brasilia ya había empezado antes, otras también. Pero apenas se puso la primera etapa de 12.5 por ciento de estudiantes. Para el próximo año, serán 25 por ciento, después 37.5 por ciento, y después el 50 por ciento. Son contingentes enormes, y la cuestión no es solamente el tener garra y estudiar, porque tienen deficiencias de preparación. Vienen de escuelas que los prepararon mal, y la universidad tiene que estar preparada con programas de tutoría, pero también de programas de becas, que les de las condiciones para sobrevivir mientras están en la universidad. Es la gente pobre que está entrando a la universidad, y muchas veces va a la universidad que está lejos de su casa. Tiene que dormir, que comprar libros, que divertirse. Y eso cuesta también. Es caro. Estamos poniendo mucho dinero en la asistencia social, pero se necesita mucho más.