Después de seis años de preparación, expectativas y críticas, por fin salió la semana pasada el nuevo ranking internacional de universidades: el U-Multirank. El proyecto, que recibió 2 millones de euros (35.5 millones de pesos mexicanos) en financiamiento de la Comisión Europea, busca responder a muchas de las críticas de los rankings líderes a nivel internacional— los producidos por QS, el Times Higher Education, y la Jiao Tong Universidad de Shanghai.
Para empezar, el U-Multirank no es, propiamente, un ranking. En vez de asignar a las universidades una posición absoluta referente a sus competidores—método que ha sido criticado como arbitrario y poco incluyente— el sistema ofrece a los usuarios la posibilidad de comparar instituciones según sus propias prioridades. Asigna una calificación de “A” (muy fuerte) a “E” (débil) en cinco áreas distintas, que a su vez están compuestas por múltiples indicadores: investigación, enseñanza, orientación internacional, transferencia de conocimiento a través de empresas; y participación regional. El sistema, que fue inaugurado el 13 de mayo, está disponible a través de la página http://www.umultirank.org/.
El modelo también permite a los usuarios hacer un comparativo entre universidades, utilizando características similares —por ejemplo, el tamaño de la institución, la antigüedad, el estatus legal, el porcentaje de programas en línea— además de seleccionarlas por región. A su vez, provee información sobre el desempeño de las universidades en cuatro áreas de estudio (con planes para agregar más áreas en el futuro): física, ingeniería eléctrica, ingeniería mecánica, y negocios. El sistema surgió en 2008 de una propuesta por parte del gobierno de Francia, que en ese entonces ocupaba la presidencia de la Unión Europea. Se abrió una convocatoria para el diseño de un nuevo sistema de ranking universitario, que iría más allá de los modelos dominantes. En particular, se buscaba ampliar el abanico de características a ser tomadas en cuenta más allá de la investigación científica. Actualmente, los principales rankings otorgan un lugar prioritario a la producción científica, además de incorporar otros aspectos subjetivos, como la reputación de la institución.
El nuevo modelo fue diseñado por un consorcio independiente, liderado por el Centro de Educación Superior (CHE) en Alemania y el Centro por el Estudio de Políticas de la Educación Superior (CHEPS) en los Países Bajos. También participó el gigante editorial Elsevier y la Universidad de Leiden, entre otros. La información proviene de una combinación de datos públicos e institucionales, además de encuestas de más de 60,000 estudiantes, 1,000 facultades y 5,000 programas de estudio en 70 países, según el anunció de la Comisión Europea.
La metodología permitió incorporar un universo mucho más grande y diverso de instituciones—850 en total, incluyendo a unas 300 instituciones que nunca habían aparecido en los principales rankings por no coincidir con el modelo tradicional de la universidad de investigación. En América Latina, región que tradicionalmente ha tenido 2 o 3 universidades en los rankings internacionales, aparecen 16: 2 en México (la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma de Nuevo León); 2 en Argentina; 9 en Brasil; 2 en Chile; y 1 en Perú. También es de notarse que sólo aparecen 2 instituciones privadas de la región—la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Perú. Otras quedaron excluidas, como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, que ocupó el lugar 279 de 400 en la última edición del QS World University Rankings.
No obstante sus innovaciones, el U-Multirank ha sido blanco de críticas, sobre todo por parte de la academia inglesa y por el Times Higher Education, cuyo ranking representa el estandarte en la región europea. El año pasado, la Liga de Universidades de Investigación de Europa, que representa a 21 instituciones en la región, incluyendo a Oxford y Cambridge, quitó su apoyo al proyecto, al expresar “serias dudas” sobre el modelo. A su vez, la cámara alta del parlamento de Gran Bretaña se quejó que el proyecto no representaba “un buen uso de los recursos limitados de la Unión Europea”.
En general, las críticas giran en torno a dos posibles debilidades del U-Multirank. La primera es su fuerte dependencia de información auto reportada, dado que muchos de los datos proporcionados no aparecen en las bases de datos internacionales. Por ejemplo la proporción de profesores de tiempo completo por estudiante o el porcentaje de colaboraciones regionales entre profesores. Segundo, algunos críticos han sugerido que el proyecto podría ser visto como un intento por subir la visibilidad de las universidades europeas; con excepción de las universidades inglesas, las instituciones europeas suelen ser eclipsadas por las estadounidenses en los tres principales rankings internacionales. En ese contexto, “U-Multirank podría tener más impactos negativos que positivos en el sector”, avisó la Unidad Internacional de Educación Superior del Gran Bretaña en 2013.
Sin embargo, el nuevo sistema es visto por muchos como una alternativa positiva al modelo dominante de los rankings internacionales. Según afirmó la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo en un reporte publicado en diciembre, U-Multirank representa “por mucho el intento más significativo de superar las diversas limitantes de los rankings dominantes”. También podría servir para presionar a los demás rankings a modificar o flexibilizar sus metodologías. Eso en sí sería ganancia.