El 2016 está empezando a parecerse mucho a 1968. Estudiantes en docenas de países han salido a las calles en los últimos meses, tomando universidades, destrozando edificios y chocando con policías antimotines, en lo que parece ser un rebrote global de las protestas estudiantiles. Hay distintos motivos, pero un mismo malestar. La pregunta es: ¿por qué ahora?
La economía tiene mucho que ver. La mayoría de los países aún no se ha recuperado de la recesión global de hace ocho años, lo que ha minado las perspectivas de los estudiantes. La falta de crecimiento económico, a su vez, ha impulsado el regreso de la derecha política en muchos países, y con ello, un recrudecimiento en las políticas neoliberales en materia de educación superior. País tras país han impuesto recortes presupuestales y subido las cuotas en las universidades, bajo el supuesto de que la educación superior es un bien privado.
Sin duda, influyen los movimientos recientes como la Primavera Árabe, las protestas en contra de la deuda estudiantil en Chile, y el movimiento Somos el 99 por ciento, contra la avaricia corporativa en Estados Unidos. Estos movimientos no solo han fomentado el activismo en sus países de origen, sino que han servido como ejemplo para países tan lejanos como China y Sudáfrica. Y han surgido nuevos temas, como el movimiento antirracista en las universidades en Estados Unidos y en contra del nacionalismo hindú en India.
Revisamos algunos de los movimientos más llamativos de los últimos meses, cuyo impacto es aún difícil de calcular.
Estados Unidos: “Las vidas negras sí importan”
En el último año, universidades de todo Estados Unidos—y de todos los niveles—han sido blancos de protestas estudiantiles. Estudiantes enojados por temas raciales tomaron la rectoría de la Universidad de Princeton y forzaron la renuncia del canciller y el presidente del sistema de universidades de Misuri, entre otros ejemplos.
Y las protestas podrían aumentar en estos meses. Según una encuesta nacional de estudiantes, el interés en temas políticos ha llegado a niveles históricos (The American Freshman, Higher Education Research Institute, University of California—Los Angeles). Casi 1 de cada 10 estudiantes reportó la intención de participar en protestas—el nivel más alto en los 50 años en que se ha venido aplicando la encuesta. Los niveles de activismo fueron particularmente altos entre los estudiantes negros, con 1 de cada seis reportando planes para participar en los movimientos estudiantiles.
El tema racial se ha vuelto particularmente explosivo durante el último año, con el lanzamiento del movimiento Las Vidas Negras Sí Importan (Black Lives Matter). El movimiento surgió a raíz del asesinato de varios jóvenes negros desarmados por policías blancos. Desde el otoño de 2015, se han registrado protestas en contra del racismo en más de 80 universidades del país, según un recuento de la revista Atlantic. Los estudiantes exigen una mayor diversidad racial en sus instituciones, incluyendo más becas y la contratación de un mayor número de profesores negros, hispanos, e indígenas. También han exigido la remoción de estatuas y el renombramiento de edificios y escuelas que celebran a personajes históricos esclavistas o racistas en universidades como Harvard, Princeton, Yale y Texas. Otros temas son los derechos de los trabajadores universitarios y los estudiantes transgéneros.
La respuesta de las administraciones universitarias ha sido mixta. Princeton anunció en abril que no iba a cambiar el nombre de la Escuela Woodrow Wilson —el ex presidente fue fan del Ku Klux Klan y partidario de la segregación racial— pero sí implementaría una oficina para promover la diversidad racial. Docenas de universidades han implementado programas similares, incluyendo la Universidad de Brown, que asignó 100 millones de dólares a su programa de diversidad. No obstante, falta ver si tales iniciativas logran aplacar la oleada de protestas.
Chile: a la espera de la educación superior gratuita
Para principios de junio, unas 29 universidades (algunas de forma parcial) y 47 escuelas preparatorias estaban de huelga en Chile. Buscan presionar a la presidenta Michelle Bachelet a cumplir su promesa de campaña de hacer gratuita la educación superior del país. En 2014, Bachelet prometió asignar 15 mil mdd para reformar los sistemas educativos y de salud durante su gobierno. Sin embargo, debido a la oposición del Congreso, solo 765 mdd irán hacia educación en 2016.
Además, a raíz de una decisión de la Corte Constitucional en diciembre, solo 200 mil estudiantes—de una matrícula total de 1.1 millones—estudiarán gratis en este año.
Los estudiantes también están exigiendo la desmunicipalización de la educación—un legado de la dictadura de Augusto Pinochet—y un mayor financiamiento para la educación superior pública. Chile tiene uno de los sistemas de educación superior más caros del mundo; las familias pagan 75 por ciento del costo de las colegiaturas, contra 40 por ciento en Estados Unidos, según un reporte de World News y Education Reviews.
En el último mes, decenas de miles de estudiantes han salido a la calle en protesta, incluyendo una marcha multitudinaria en Valparaíso el 12 de mayo, en donde murieron dos estudiantes de la Universidad Santo Tomás. El asaltante supuestamente se molestó cuando los estudiantes colocaron propaganda en su casa. Pero la gota que derramó el vaso fue el discurso presidencial de Bachelet el 21 de mayo, en que dijo que la reforma estaba “en proceso”, pero que era un “proceso gradual”. La presidenta se comprometió a mandar una nueva propuesta al Congreso en junio, pero no especificó su contenido, según Vice News. Desde esa fecha, tanto las protestas como la respuesta policiaca han aumentado aún más, con una protesta en Santiago terminando con 117 detenciones y 32 policías lastimados, según la prensa local.
Argentina: Los recortes de Macri
Estudiantes y profesores argentinos han realizado protestas multitudinarias en las últimas semanas, para exigir mayores presupuestos para la educación superior y un aumento en los sueldos de profesores. Los manifestantes se oponen a las medidas de austeridad del nuevo presidente, Mauricio Macri, un conservador que tomó posesión en diciembre prometiendo rescatar la economía del país. Sus recetas incluyen el congelamiento de los sueldos de profesores, la devaluación del peso y un aumento en el precio de los servicios básicos, como el agua y la luz.
El 3 de mayo, Macri anunció una ampliación en el presupuesto de las universidades de 500 millones de pesos (36 mdd), pero la propuesta fue rechazada por los rectores como insuficiente para contrarrestar los aumentos en los servicios básicos. El 12 de mayo, hubo marchas masivas en Buenos Aires y otras ciudades. Los manifestantes también han cerrado estaciones del Metro y trenes, y organizado clases públicas en las calles, como forma de protesta. En juego está el acceso universal a la universidad en Argentina. Actualmente, el país es uno de los pocos de la región que garantiza el acceso al nivel terciario para todos los egresados de nivel medio superior, aunque solo una minoría de estudiantes logra terminar sus estudios.
China: las familias provinciales se rebelan
En las últimas semanas, estudiantes y padres de familia han protestado en por lo menos seis ciudades chinas contra las nuevas reglas de admisión para las universidades provinciales, según el Wall Street Journal. En un intento por fomentar la equidad en el proceso de admisión, el gobierno anunció que asignaría más espacios universitarios en las provincias más prósperas para estudiantes de provincias pobres. Sin embargo, las medidas no mejoran las posibilidades de los estudiantes provinciales de asistir a las mejores universidades, que están concentradas en la capital y en Shanghai. Éstas siguen reservando una mayoría de lugares para estudiantes de esas ciudades.
Las protestas reflejan la enorme competitividad del proceso de admisión universitario en el país, que se realiza a través de un examen único, conocido como el gaokao. Ante la dificultad de asistir a la universidad en China, muchas familias están enviando a sus hijos al extranjero, sobre todo a Estados Unidos. Entre 2005 y 2015, el número de estudiantes chinos en ese país aumentó seis veces, de 62 mil a 304 mil, cifra que representó 30 por ciento de todos los extranjeros estudiando en Estados Unidos, según el último reporte Open Doors.
Australia: la educación superior neoliberal
El anuncio de más recortes presupuestales y la desregulación de cuotas universitarias ha desatado una nueva oleada de protestas estudiantiles en Australia. El gobierno de Malcolm Turnbull anunció recientemente planes de recortar 2 mil millones de dólares australianos (1.74 mdd) del presupuesto universitario. Los recortes forman parte del proyecto de reforma neoliberal, que comenzó bajo el gobierno anterior de Tony Abbott en 2014. Desde abril, estudiantes de algunas de las universidades más prestigiadas del país han organizado protestas multitudinarias, chocando con policías antimotines y dejando varios heridos.
El secretario de educación, Simon Birmingham, insiste que los cambios son necesarios para que las universidades australianas puedan competir a escala mundial. Los estudiantes extranjeros representan una de las mayores fuentes de ingresos para el país: en 2013, uno de cada cinco estudiantes en las universidades venía del extranjero, según un reporte del gobierno.
El resto del mundo
Otros países en donde se han realizado protestas estudiantiles en los últimos meses son Brasil, Colombia, Egipto, Honduras, la India, Nigeria, Sudán y Sudáfrica, para nombrar solo algunos ejemplos. Las demandas varían entre las políticas de acceso para negros en Brasil y Sudáfrica, las malas condiciones y altos costos de las universidades en Nigeria y los procesos de elección del rector en Honduras.
A pesar de las similitudes, hay importantes diferencias con los movimientos de 1968. En una mayoría de los casos, las demandas se enfocan en las universidades, y no buscan el fin de la guerra o un cambio de gobierno —aunque hay excepciones—. A su vez, los manifestantes de hoy no vienen de la elite de la sociedad, sino que son producto de la democratización y masificación de las universidades en el último medio siglo. Sin embargo, su presencia en las calles es una señal de que ese proceso es aún incumplido. Y que en muchos casos, inclusive ha habido retrocesos.