A dos semanas de la invasión rusa a Ucrania, la guerra de Vladímir Putin ha dejado un saldo de más de 400 civiles muertos y un número desconocido de soldados fallecidos de ambos países, según la Organización de las Naciones Unidas. Además, se ha desatado lo que la ONU llama “la peor crisis de refugiados de este siglo”. En las últimas dos semanas, más de 1.5 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, se han fugado de Ucrania, algunas veces caminando durante días en el brutal invierno noreuropeo. Entre ellas se encuentran decenas de miles de estudiantes extranjeros del llamado “Sur global”, quienes habían llegado a las universidades ucranianas con el sueño de convertirse en médicos o dentistas.
Ahora, los estudiantes han tenido que correr por sus vidas ante los bombardeos incesantes y despiadados del ejército ruso. No todos han logrado escapar. El primero de marzo, un estudiante de medicina de India murió en medio de un bombardeo en la ciudad noreste de Járkov, en donde también resultó seriamente dañado el edificio de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Vasili Karazin. La ciudad, ubicada a 40 kilómetros de la frontera con Rusia, es la segunda más grande de Ucrania y sede de algunas de las universidades más importantes del país. Días antes, otro estudiante indio recibió varios impactos de bala mientras intentaba huir de Kiev, la capital, en un taxi, según The Times of India.
La guerra en Ucrania ha provocado pánico en India, principal nación emisora de estudiantes extranjeros hacia el país europeo. Antes de la invasión, había más de 18 mil indios inscritos en universidades ucranianas, lo que equivalía a 22.2 por ciento de los 80 mil estudiantes extranjeros, según el periódico The Hindu. El segundo país más representado fue Marruecos, con 10.2 por ciento del total de estudiantes, seguido por Azerbaiyán y Turkmenistán, con 6.8 y 6.6 por ciento, respectivamente, y Nigeria con 5.4 por ciento.
El gobierno de India reporta haber sacado a más de 13 mil de sus ciudadanos desde el 24 de febrero, cuando comenzó la invasión rusa. La mayoría salió gracias a la Operación Ganga, en donde un contingente de diplomáticos indios coordina vuelos y otras salidas desde un hotel en Hungría, según reportes de prensa. No obstante, la mayoría de los estudiantes internacionales han sido dejados a su suerte. Mientras algunos lograron salir por las fronteras con Polonia y otros países vecinos, miles más han tenido que refugiarse en sótanos o estaciones de metro de las principales ciudades ucranianas, las cuales han sido bombardeadas sin cesar. Hasta el 7 de marzo, más de mil estudiantes extranjeros quedaron atrapados en la ciudad sureste de Sumy, incluyendo a 700 indios, después de que el ejército ruso violó un cese al fuego en la ciudad, según The Times of India.
También han salido muchos reportes de tratos racistas por parte de las autoridades ucranianas hacia estudiantes africanos, indios y árabes, complicando los intentos de estos últimos por salirse de Ucrania. Jessica Orakpo, una estudiante de medicina nigeriana, le contó a la BBC que tuvo que caminar durante horas hacia la frontera con Polonia. Cuando llegó allí, las policías ucranianas no la dejaron subirse al autobús que cruzaba la frontera, ya que, relató ella, “siendo negra, yo debía caminar”. Orakpo agregó que «incluso mentí y les dije que estaba embarazada y les dio igual». En otro caso, estudiantes de Yemen contaron que tuvieron que esperar días en la frontera con Polonia hasta que su país envió vehículos para llevarlos al otro lado.
La concentración de estudiantes de países del Sur global tiene sus raíces en el periodo soviético, cuando algunos miembros del Movimiento de Países no Alineados firmaron convenios de colaboración científica con Moscú. Con la caída de la Unión Soviética en 1991, y la subsecuente independencia de Ucrania, las universidades de este último país se convirtieron en una opción barata y de buena calidad, sobre todo en los campos de medicina, odontología, veterinaria y negocios. Las colegiaturas varían entre 1,200 a 5,000 dólares por año —una fracción de lo que cobran las universidades privadas de India o Nigeria—, según la empresa Sila Consult, que asesora a estudiantes internacionales.
La reacción internacional
La invasión a Ucrania ha desatado una reacción coordinada sin precedentes por parte de Europa y Estados Unidos, que han logrado estrangular la economía rusa a través de sanciones y bloqueos de fondos bancarios rusos. En un acto inédito, unos 17 países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) también han enviado o están por enviar armamento a Ucrania, según el New York Times, arriesgándose a desatar una guerra nuclear.
A su vez, más de 16 mil combatientes voluntarios de Estados Unidos, Canadá, Japón y otros países han llegado a Ucrania para ayudar con la resistencia contra Rusia, según el medio indio First Post. Es el contingente de soldados voluntarios más grande desde la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando miles de extranjeros se unieron al lado republicano en contra de las fuerzas fascistas. Los combatientes, que incluyen a exsoldados y civiles, respondieron al llamado de ayuda del presidente ucranio Volodymyr Zelensky, quien se ha convertido en un ícono de la defensa por la democracia occidental para muchos.
Mientras tanto, ha surgido un debate dentro de la comunidad universitaria a nivel mundial sobre cómo castigar mejor a Moscú. Un número creciente de universidades, incluyendo el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) y Middlebury College, en Vermont, han suspendido programas académicos y de investigación conjunta con Rusia. Alemania ordenó la suspensión de todos los convenios de colaboración en investigación con Moscú, y el país se está preparando para recibir el mayor contingente de estudiantes refugiados desde que abrió sus fronteras a exiliados de la guerra civil en Siria en 2015, según el medio especializado Science Business. Otros países europeos también están considerando medidas similares.
Además, en Estados Unidos, los gobiernos estatales de California, Virginia, Ohio e Illinois han pedido a sus universidades retirar las inversiones millonarias que han hecho sus fondos de pensión en compañías rusas. Tan solo en California, el sistema de pensiones debe retirar1.5 mil millones de dólares de Rusia.
En un caso extremo, dos congresistas demócratas estadunidenses han hecho un llamado a expulsar a los más de 5 mil estudiantes rusos que asisten a las universidades del país. “Francamente, creo que se debe considerar cerrar su embajada en Estados Unidos y sacar a todos los estudiantes rusos”, Eric Swalwell, un congresista federal de California, dijo en entrevista con CNN. La propuesta fue respaldada por Ruben Gallego, representante de Arizona, quien tuiteó: “Estos estudiantes rusos son los hijos e hijas de los rusos más ricos. Se puede mandar un mensaje muy fuerte al enviarlos a casa”.
La invasión ha puesto en la mira a los oligarcas rusos, quienes han amasado fortunas inmensas durante los dos periodos en el poder de Putin, de 2000 a 2008, y luego a partir de 2012. El tema es controvertido debido a los donativos millonarios de empresarios de origen ruso a universidades estadunidenses. Por ejemplo, Leonid Mikhelson, fundador de una empresa de gas natural cuya fortuna personal asciende a los 21 mil millones de dólares, donó 4.3 millones a la Universidad de Nueva York, en donde estudió su hija, según la revista Forbes. Otro empresario, Leonard Blavatnik, donó más de 130 millones a universidades estadunidenses, entre 2017 y 2019, según el Dallas Morning News.
Para algunos críticos, sin embargo, no se debe castigar a los ciudadanos rusos —y mucho menos a los estudiantes— por las acciones de su líder autoritario. Inclusive, algunos han argumentado que acciones en contra de ciudadanos rusos podrían ser contraproducentes, al fomentar sentimientos antioccidentales.
La protesta de los académicos rusos
Desde luego, no todos los rusos apoyan la guerra contra Ucrania. Decenas de miles de personas han salido a las calles en distintas ciudades de Rusia para manifestarse contra el gobierno de Putin, a pesar de dos leyes, aprobadas el 4 de marzo, que criminalizan las protestas antigubernamentales y los reportajes de guerra independientes. Como resultado, las autoridades rusas han detenido a más de 4,500 manifestantes en los últimos días, según la agencia de noticias estadunidense, NPR.
A su vez, más de 7,500 académicos y periodistas de ciencia rusos han firmado una carta abierta condenando la invasión de Ucrania. “Habiendo desatado la guerra, Rusia se condenó al aislamiento internacional, a la posición de país paria”, dice la carta, que está disponible en Internet. “Esto significa que nosotros, los científicos, ya no podremos hacer nuestro trabajo con normalidad: después de todo, realizar investigaciones científicas es impensable sin la plena cooperación con colegas de otros países”. En suma, insiste la carta, “la guerra en Ucrania es el camino a ningún lado […] exigimos la paz para nuestros países”.