Un mes de protestas estudiantiles tumbó el gobierno de Bangladés, en lo que muchos han celebrado como la “primera revolución Gen Z”. Los estudiantes —miembros de la generación nacida entre 1997 y 2012; Gen Z, en inglés— se levantaron en julio contra el gobierno de Sheikh Hasina, a quien acusaron de autoritaria y corrupta. En particular, exigieron el fin del controvertido sistema de cuotas para el sector público. Los estudiantes alegaron que el sistema, que reservaba más de 50 por ciento de los puestos para distintos grupos, atentaba contra el mérito y favorecía a los seguidores de la primera ministra.
Hasina, apodada la “Dama de Hierro” de Asia, respondió con una brutal represión que dejó unos 400 muertos, la mayoría estudiantes universitarios, según reportes de prensa. El peor día de violencia ocurrió el pasado 4 de agosto, cuando las fuerzas de seguridad mataron a cerca de 100 personas en Dhaka y otras ciudades, según AFP. Algunas policías también murieron como resultado del choque entre manifestantes y fuerzas gubernamentales. El día siguiente, Hasina, quien lideró el país de mayoría musulmana durante 20 de las últimas 30 años, sorprendió al mundo al huir en un helicóptero a la India.
Así terminaron 15 años continuos como primera ministra, que convirtieron a Hasina, de 76 años, en la gobernante femenina con más años en el poder. También marca el probable fin de una de las principales dinastías políticas de la región. Hasina es hija de Sheikh Mujibur Rahman, el primer presidente de Bangladés y el llamado “padre de la nación”, quien fue asesinado en 1975.
“Esta podría ser la primera revolución exitosa de la Gen Z”, dijo a CNN Sabrina Karim, profesora de gobierno y experta en violencia política de la Universidad de Cornell. Otros analistas señalaron el contraste entre este movimiento estudiantil con los de Nicaragua y Hong Kong, cuyos gobiernos han logrado aplastar a la resistencia estudiantil con detenciones masivas. En el caso de Bangladés, la magnitud de las protestas fue tal que Hasina temió por su vida, según contó su hijo a la BBC.
A solicitud de los líderes estudiantiles, el premio Nobel Muhammad Yunus, de 84 años, tomó posesión el 8 de agosto como líder interino del país. Yunus ganó fama mundial por la creación de un sistema de microcréditos para familias pobres, el Banco Grameen, que ha ayudado a millones de personas —mujeres en particular— a salir de la pobreza. Ahora enfrenta la difícil tarea de restaurar la paz y organizar nuevas elecciones en este país, de 173 millones de personas, uno de los más densamente poblados del mundo.
Cuotas versus mérito
Pero ¿Cuál fue el catalizador del actual movimiento estudiantil? El punto cero fue el sistema de cuotas y que ha servido como botín político desde su creación, en 1972, un año después de que Bangladés se independizara de Pakistán, tras una guerra sangrienta. Si bien la mayoría de los países de Asia del Sur cuentan con sistemas similares en el sector público, Bangladés se distingue por la magnitud de las cuotas reservadas y por el tipo de beneficiarios. Durante el gobierno de Mujibur Rahman (1972-1975) se instituyó una política de cuotas en el sector público que reservaba 80 por ciento de los lugares para los siguientes grupos: 40 por ciento para residentes de distritos subrepresentados, 30 por ciento para veteranos de la guerra de liberación y 10 por ciento para mujeres que fueron violadas durante el conflicto. En las siguientes décadas, el sistema sufrió muchos cambios y se amplió la proporción de puestos asignados “por mérito”.
En 2018, en respuesta a meses de protestas estudiantiles, Hasina desmanteló el sistema de cuotas en un intento por aplacar la oposición a su gobierno. No obstante, el pasado 5 de junio, la Suprema Corte restituyó las medidas, que apartaban 56 por ciento de los puestos gubernamentales para ciertos grupos. Estos incluían 30 por ciento para descendientes de los veteranos; 10 por ciento para distritos marginados; 10 por ciento a mujeres; 5 por ciento a minorías étnicas y 1 por ciento para personas con discapacidad física.
Para los críticos, el sistema de cuotas premia en gran medida a miembros del partido de Hasina, la Liga Awami, creado por su padre durante el movimiento de independencia. Alegaron que reservar casi el tercio de los puestos públicos para descendientes de los “luchadores de la libertad” no tenía sentido en un país con altísimos niveles de desempleo. Se estima que 30 por ciento de la población del país no estudia ni trabaja.
El a de julio surgieron nuevas protestas en la prestigiada Universidad de Dhaka y otras instituciones bajo la bandera de “no discriminación”. Pero la gota que derramó el vaso fueron los comentarios despectivos de Hasina, equiparando a los estudiantes con colaboradores de Pakistán durante la guerra de independencia.
Las protestas se tornaron violentas a mediados de julio, cuando miembros del ala estudiantil de la Liga Awami, junto con la policía, atacaron a manifestantes en la capital y otras ciudades. El gobierno cerró las universidades en todo el país y las fuerzas de seguridad, con armas de fuego, mataron a casi 200 personas y detuvieron a mil, entre el 10 y el 20 de julio, según Al Jazeera.
En respuesta a las protestas, el 21 de julio, la Suprema Corte determinó que 93 por ciento de los puestos se asignarían con base “en mérito”. Los demás lugares irían a familiares de veteranos de la guerra y 2 por ciento para miembros de minorías étnicas, personas transgénero y con discapacidad, según el periódico inglés The Independent.
No obstante, la reformó no logró aplacar al movimiento estudiantil, que exigió justicia por las víctimas de la represión gubernamental. Los estudiantes organizaron nuevas protestas a principios de agosto, las cuales culminaron con la fuga de la primera ministra.
Cabe señalar, sin embargo, que la violencia no acabó con la salida de Hasina. En los días siguientes, turbas enfurecidas mataron a docenas de policías, persiguieron a hindúes y saquearon comercios en todo el país. El gobierno interino de Muhammad prometió “resolver” los ataques contra las minorías religiosas, muchas de los cuales son simpatizantes del partido de Hasina. También anunció apoyos para familias de los manifestantes que murieron a manos de las fuerzas de seguridad.
¿El milagro bangladesí?
Hasina fue electa a un cuarto periodo consecutivo en enero, en votaciones que fueron boicoteadas por la oposición. Estados Unidos y el Reino Unido denunciaron los resultados como no creíbles y activistas señalaron el gran aumento en abusos a los derechos humanos.
Fue un giro de imagen para Hasina, quien había recibido crédito por el llamado “milagro bangladesí” de las últimas décadas. La primera ministra optó por una estrategia de economía basada en la maquila de ropa, que llegó a representar 80 por ciento de las exportaciones y empleaba a millones de personas, mayormente mujeres. No obstante, la pandemia de covid-19, seguida de la guerra en Ucrania, causó grandes irrupciones en el flujo de bienes y materias primas a nivel global, con efectos devastadores para la economía del país.
Ahora, Hasina se ha convertido en persona non grata en muchos países. Estados Unidos revocó su visa y, para principios de esta semana, no había recibido ninguna oferta de asilo político. Por su parte, la oposición y los líderes estudiantiles han insistido en que la ex líder vuelva al país para enfrentar cargos por asesinato, desaparición forzada, lavado de dinero y corrupción.
Parece poco probable que eso ocurra, a pesar de los logros del movimiento. No obstante, para los estudiantes y otros miembros de la generación Z, los prospectos a futuro son más alentadores.