En las últimas semanas se ha producido un cerrado, y hasta ahora poco fructífero, intercambio de opiniones en un agreste ámbito de la educación superior: el de la estadística sobre el cual descansan las políticas públicas. En el debate han estado inmiscuidos administradores del sector público y de algunas universidades. El desencuentro tuvo su punto de quiebra en las cifras de cobertura ofrecidas por el gobierno federal ante una declaración del rector de la UNAM y ha seguido por datos generales que otras instancias han manejado respecto de diferentes rubros del sistema.
En este cruce de puntos de vista en un tema de la mayor relevancia para el desarrollo de la educación superior, los académicos y los investigadores han estado al margen de la discusión, campus MILENIO consideró de justa oportunidad conocer la visión de un experto en la materia, el doctor por la Universidad de Stanford, coordinador del Seminario de Estudios de Educación Superior de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Imanol Ordorika Sacristán.
PREGUNTARLE PRIMERO ACERCA DE LA PERCEPCIÓN QUE TIENE DEL DEBATE QUE HA GENERADO LA DISCUSIÓN ENTRE AUTORIDADES EDUCATIVAS Y UNIVERSITARIAS POR LAS CIFRAS DE LA COBERTURA.
El debate muestra varias cosas. El primer elemento notable es que refleja la centralidad política que han alcanzado los temas educativos, en particular, los temas de la educación superior en los medios de comunicación y en la política nacional.
La forma como el presidente Fox se refirió a la educación superior, tomando como antecedente el debate entre las autoridades de la UNAM y de la SEP y la manera como han estado debatiendo las autoridades de la SEP con distintos interlocutores muestran la importancia de la discusión política de estos temas.
En segundo lugar, revela que existe un desacuerdo en los distintos niveles de autoridades educativas. En este caso, el que existe entre un conjunto de rectores que se manifiesta públicamente y en los pasillos, frente a la Subsecretaría de Educación Superior y a la SEP en su conjunto.
Y en tercer lugar, evidencia el desencuentro que existe ya desde hace muchos años entre autoridades educativas, burocracias y administraciones de la educación en distintos espacios con especialistas y estudiosos de la educación.
Este desencuentro, que no es nuevo, se manifiesta en una serie de elementos y se ha hecho patente en las propias páginas de campus MILENIO en las últimas fechas. Hay ejemplos de ello. Por un lado tenemos, desde la óptica de los académicos, que se ha hecho un manejo sesgado de la información en todo el discurso educativo nacional y en el discurso de las autoridades de la educación superior, y que este manejo es difícil de contrastar y debatir porque el acceso a las fuentes de información para quienes no forman parte de las administraciones universitarias es bastante restringido y limitado. Las fuentes disponibles públicamente son inconsistentes, tienen contradicciones entre sí, no están completas, es difícil armar series históricas, eso obstaculiza el establecimiento de un diálogo informado entre la comunidad de estudiosos de la educación superior y quienes la administran, tanto en el ámbito federal como en el nivel de cada una de las instituciones.
Planteo un caso: en la entrevista de Julio Rubio en campus Milenio manifiesta una cifra de dos millones 197 mil estudiantes de educación superior, mientras que las cifras de la SEP señalan un millón 845 mil. Hay una disparidad de casi 350 mil estudiantes. ¿A qué se debe esto?, ¿qué se está incluyendo en ese rubro?, ¿incluye o no la educación normal?, ¿incluyen la escolarizada o no escolarizada?, ¿incluyen o no la matrícula técnica?
Se establece una dificultad enorme para contrastar la información. Esto permite un manejo político muy intencionado de los temas educativos. Entonces, los vemos en el discurso tanto el más académico, como el que se dio la semana pasada en campus MILENIO, como en el discurso abiertamente político hacia otros medios, la utilización de eufemismos generales. El presidente dice que la educación es la columna vertebral de nuestro proyecto y luego no se ve por ningún lado que sea columna vertebral, ni en el ámbito financiero ni en el ámbito de la atención política que le merece el propio informe.
Si conviene manejar una comparación entre 2000 y 2003, manejan una comparación entre estos años; si conviene irse más para atrás, se van más para atrás; si conviene manejar la cifra de licenciatura no escolarizada para mostrar un avance, lo hacen así.
Entonces, no hay ni una periodización de los datos ni una discusión de las categorías de análisis que sea consistente y que pueda establecer un intercambio con los académicos. El desencuentro con autoridades educativas y los especialistas en el estudio de los temas de educación se da a través de una intolerancia bastante llamativa frente a la crítica y al análisis informado. Ésta se manifiesta, por ejemplo, en la lectura poco cuidadosa que hacen las autoridades educativas de las opiniones de los académicos con una intención política y se trivializa una posible debate.
ESTA ÚLTIMA PERCEPCIÓN, RESPECTO DE LA FALTA DE INTERLOCUCIÓN… ¿LOS ACADÉMICOS HAN BUSCADO INTERLOCUCIÓN CON EL GOBIERNO, CONCRETAMENTE CON EL SUBSECRETARIO JULIO RUBIO?
No es un problema de una interlocución directa, de que uno tome el teléfono y le haga una llamada a tal o cual subsecretario. La situación…
NO LO PREGUNTO ASI, SINO EN TÉRMINOS INSTITUCIONALES. ¿HA HABIDO ENTRE EL SEMINARIO Y LAS AUTORIDADES DE LA SEP UNA INTERLOCUCIÓN?
No.
¿LA HAN BUSCADO USTEDES?
Insisto, el problema es el siguiente: se tiene una comunidad de estudiosos de los temas educativos. La interlocución se está dando en un debate en los medios, y en lugar de hacer un planteamiento de apertura de los datos públicos al análisis, una serie de espacios o instancias de articulación entre las opiniones de académicos y la experiencia de las administraciones, lo que hay es una permanente tensión y ciertos niveles de confrontación.
Porque si no, es un problema que pudiera percibirse como de relaciones personales, pero esto no es así, es un problema estructural de la relación. Esta es la óptica desde la que estoy haciendo la crítica. Te pongo un ejemplo muy concreto. Alrededor del debate sobre la matrícula universitaria y de educación superior se acaba de instalar una comisión que tiene como propósito analizar los datos de matrícula y homogeneizar las formas de análisis. La comisión la conforman puros administradores de la UNAM, de la ANUIES y de la SEP, pero no hay académicos, ni se han planteado la necesidad de establecer este intercambio con los académicos. No es un problema de pedir un espacio en la comisión sino que debiera de haber sensibilidad en el esquema de que hay que alimentar a la comunidad académica con información, y retroalimentarse de ésta con análisis y perspectivas que se están planteando desde ahí.
AHORA BIEN, LAS PLAZAS DE PROFESORES DE TIEMPO COMPLETO QUE SE HAN CREADO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS SON, DE ACUERDO CON LA SUBSECRETARÍA DE EDUCACIÓN SUPERIOR, POCO MÁS DE DOS MIL 300. ESTOS DATOS FUERON DADOS A CONOCER EN RESPUESTA A UN ARTÍCULO DEL CAMPUSMILENIO DE HUMBERTO MUÑOZ.
Se dice que se han abierto dos mil 238 plazas. Los datos que da la SEP establecen que para ese periodo se han abierto tres mil 873 nuevas plazas de tiempo completo. No están suficientemente desglosados. Y este último dato viene de las estadísticas de la SEP, que están en la página web, que se llama “Sistema educativo de los Estados Unidos Mexicanos”. Para el nivel de educación universitaria y tecnológica, que incluye licenciatura y posgrado, la comparación entre 2000, 2002 y 2003 nos da una diferencia de dos mil 873 plazas de profesores de carrera, no estamos hablando de profesores en general.
Las dos mil 238 plazas en realidad parecen ser el número de plazas de Promep. Luego se dice que de estas dos mil 238 plazas sólo mil 278 son plazas nuevas. Porque el Promep lo que hace es abrir plazas nuevas y toma profesores que ya están ubicados en plazas de universidades y darles condiciones favorables para desarrollar programas de posgrado y reintegrarse al trabajo.
De aquí saltan varios datos. Primero, hay una inconsistencia general: ¿dónde se están creando las otras plazas que no son estas mil 278? ¿Se están creando en el sector privado? No hay suficiente información para verlo.
¿Cómo esta la distribución regional para estas plazas? ¿Se están creando en las universidades tecnológicas? ¿Se están creando en las universidades estatales, en las autónomas, en las federales? ¿En dónde está el grueso de las plazas que se están creando de tiempo completo? Necesitamos saber eso para tener un análisis cuidadoso de lo que ocurre.
Si contrastamos las metas del Plan Nacional de Educación, que señala que para el año 2006 la SEP se crearán cinco mil plazas, con las mil 278 que hasta ahora se han creado, estamos lejos de las metas planteadas.
Hay otros datos que no da tiempo para analizar pero que tienen que ver con el discurso de esta administración en el ámbito educativo, que reitera las categorías de equidad con calidad. Y en el tema de equidad se mete subrepticiamente el asunto de la cobertura. Al menos en lo que se refiere a la contratación de profesores, de profesionalización de las plantas académicas, no queda claro que haya un elemento de calidad, y en el crecimiento de la matrícula estudiantil no queda claro que haya una apuesta por la cobertura.
¿LO QUE QUIERES DECIR ES QUE TODO ESTO TIENE ESPECIAL IMPORTANCIA CON LA SITUACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR?
Sí. Tenemos un conjunto de políticas de educación superior que están basadas en modas sexenales, en discursos que no corresponden a los hechos, en políticas que cambian sin tener una continuidad pero, sobre todo, sin que se haga una evaluación rigurosa del impacto de distintas iniciativas en el ámbito de la educación superior.
Parece un elemento absolutamente razonable que si el Estado mexicano está haciendo un esfuerzo notable por mantener comunidades académicas que investigan una enorme cantidad de temas, hubiera interacción; y en aquellos que están relacionados con políticas públicas, una retroalimentación de la investigación hacia la toma de decisiones. En el campo particular de la educación superior, esto prácticamente no existe, y creo que debería existir.
PERO, ¿POR QUÉ ESTÁ PRODUCIÉNDOSE ESTA GUERRA DE CIFRAS? ¿POR QUÉ EL CONFLICTO? ¿QUÉ HAY DETRÁS DE ESTO? ¿QUÉ ALTERNATIVAS HAY FRENTE A ESTA SITUACIÓN?
Lo que hay es muy claro: un déficit de la oferta educativa. Ese es el problema. Entonces, apartándose de sus propios análisis han soltado una nube de cifras que emanan de distintas fuentes o de distintos agregados de las fuentes, en donde parece que ya no se puede saber cuál es el análisis real, cuál es la comparación real que se está haciendo.
Hay estudios serios que demuestran que para 2003 debería de haber en el escenario más probable dos millones 294 mil estudiantes sin considerar a las normales. Eso revela que hay un déficit de alrededor del 13 por ciento para el año 2003, nada más. Tenemos ahí un problema muy grave en el manejo de los datos. Si tú vas al informe presidencial, los datos son diferentes.
Estamos metidos en un debate que está más marcado por las necesidades políticas de la administración que por la realidad del análisis, que puede conducir a la toma de decisiones adecuadas para el sistema, incluso al debate adecuado sobre las decisiones que necesita el sistema.
Todo eso está opaco por el tipo de cifras que se manejan.
Tenemos que partir de reconocer una situación: toda la educación superior en México se encuentra en una condición deficitaria. Hay una razón política por la cual no se hacen explícitos los datos. Hay un déficit de matrícula estudiantil; en el número de profesores y en el de profesores de tiempo completo, en el presupuesto para la educación superior. Y hay un déficit normativo de la educación superior.
Creo que hay que armar un sistema nacional de información de la educación superior que no excluya a nadie. Lo que planteo es que eso se tiene que hacer incluyendo a los especialistas en la educación superior, porque tenemos una visión de lo que está pasando y de la información que se requiere. Incluso estos datos que tenemos son datos imperfectos, pues no nos permiten analizar con cuidado la absoluta iniquidad de la distribución nacional a la que hacías referencia, tanto de profesores como lugares de matrícula, como de recursos económicos. No nos permite incluso decir cuántos de verdad dedican 40 horas a la semana o más a ser profesores en la educación superior. No sabemos cuántos lugares existen.
Quizá, en resumen, nuestra preocupación al plantear estos temas es la siguiente: la necesidad de hacer un reconocimiento de la situación real sistema de educación superior en México, en esta condición deficitaria, y la necesidad de abrir un espacio de interacción intensiva entre especialistas y administradores.
¿TE REFIERES A LOS ADMINISTRADORES DE LA SEP?
Y de todos los niveles en el interior de las instituciones también. Es decir, es un reclamo no sólo a la Subsecretaría de Educación Superior; no sólo de la Subsecretaría y de los investigadores. Es un problema de interacción entre administradores locales, investigadores y autoridades.
¿EN EL SEMINARIO ESTÁN DISPUESTOS A ESTABLECER UN DIÁLOGO CON LA SEP, CON LA ANUIES?
Por supuesto. Nosotros estamos abiertos a establecer un diálogo con quien sea, sobre la base de que hacemos estudios y análisis de la educación superior en México. No somos grupos que maquilan datos para nadie. Somos analistas y somos estudiosos de la educación superior en su complejidad, en sus fenómenos tan entrelazados que es necesario estudiar, en muy diversos niveles.