La tasa bruta de cobertura de educación superior se calcula dividiendo la población escolar registrada en un año determinado (matrícula) entre la población del grupo de edad correspondiente en el mismo año. En México, desde hace varios años, se toma como denominador al conjunto demográfico entre 19 y 23 años. Los datos que permiten construir el indicador implican varias decisiones metodológicas.
La primera proviene del hecho de que los ciclos escolares oficiales no coinciden con los años calendarios. Así, por ejemplo, para el año 2010 hay dos ciclos escolares que incluyen ese punto temporal, el 2009-2010 y el 2010-2011. Para abreviar, la estadística oficial toma en cuenta el segundo. La segunda, es que la matrícula del ciclo superior incluye varios tipos educativos: técnico superior universitario, profesional asociado, licenciatura universitaria y tecnológica, y educación normal. Generalmente, el dato oficial proviene de la suma de la matrícula de todos ellos. Hasta el sexenio de Vicente Fox, a esa cantidad se agregaba la matrícula de posgrado. A partir de 2006 se tomó la decisión de excluir ese nivel de estudios en el cómputo de cobertura al tomar en cuenta que prácticamente la totalidad de la matrícula de posgrado queda fuera del rango del denominador.
Una tercera decisión es si reflejar o no en el dato de cobertura a la matrícula de educación superior no escolarizada. Al respecto, la SEP ha optado por dar a conocer los dos indicadores, el que incluye y el que no considera la matrícula en la modalidad de educación a distancia o extraescolar. Por supuesto ambos indicadores difieren de manera notable. Cuando se incluye a la matrícula no escolarizada se alcanzan datos de cobertura, por ejemplo en los últimos tres años, superiores a treinta por ciento. Cuando el cálculo se limita a la matrícula escolarizada, entonces el dato de cobertura pierde varios puntos porcentuales.
El último registro de matrícula consolidado (formato SEP-911) indica que en el ciclo escolar 2011-2012 se encontraban inscritos en las modalidades escolarizadas del nivel de estudios un total de 2,932,254 estudiantes. El CONAPO, en sus proyecciones de población corregidas (mayo de 2013) establece que el volumen de población entre 19 y 23 años de 2011 era de 10,430,320 individuos (población a mitad del año). Un dato entre otro implica un indicador de cobertura, a nivel nacional, de 28.1 por ciento, válido para el año 2011. Como, en los últimos años el nivel de cobertura ha tenido un avance cercado al uno por ciento anual, es de estimarse que al 2013 se alcance un dato de cobertura muy próximo al referido treinta por ciento. Si a ese volumen de matrícula se agrega la no escolarizada, el dato para 2011 llega a 31.5 por ciento y la estimación al 2013 probablemente supera el treinta y tres por ciento.
Pero el dato de matrícula no escolarizada es impreciso. La estadística pública de la SEP adolece de especificaciones para conocer cuáles, exactamente, la matrícula extraescolar correspondiente a la educación superior en sus distintos tipos educativos. Por ejemplo, la publicación “Sistema educativo de los Estados Unidos Mexicanos. Principales cifras ciclo escolar 2011-2012”, la más reciente de esa serie, ofrece el dato de 389,725 alumnos inscritos en modalidades extraescolares de licenciatura y posgrado, pero no diferencia el volumen de matrícula entre esos niveles. Por otra parte, las bases de datos del Sistema Nacional de Información Estadística Educativa de la SEP, no incluyen información específica sobre la población extraescolar. Tampoco lo hace el Anuario Estadístico de la ANUIES, porque las estadísticas de la asociación tienen la misma fuente primaria que las de la SEP.
Tenemos entonces que la discrepancia que ha trascendido en torno al nivel de cobertura alcanzado en el sexenio anterior proviene de dos elementos. Primero, que al modificar el CONAPO la proyecciones de población en 2013, dando a conocer que el volumen de población es significativamente superior al estimado en 2006, la revisión del cálculo de la cobertura implicó una disminución en torno a un punto porcentual. Segundo, la diferencia que proviene de tomar en cuenta o no la matrícula no escolarizada, que como vimos implica una distancia de más de tres puntos porcentuales.
Hay buenas razones para incluir en el cálculo a la matrícula extraescolar siempre y cuando se cumplan dos condiciones. Primera, que dicho registro incluya, exclusivamente, a la población inscrita en programas que conducen a un título profesional. Segunda, que el dato permita reconocer a qué instituciones y programas corresponde dicha población. Por el momento eso no se sabe, o no se ha hecho público, y genera cierta confusión.
Hay un tercer problema, que dejaremos pendiente para la próxima entrega: la decisión de calcular la tasa de cobertura en referencia al grupo de edad entre 19 y 23 años. Es un error, ya veremos por qué.