El 19 de noviembre de 2013, en la inauguración del XII Congreso Nacional de Investigación Educativa, en el Auditorio de Guanajuato, el secretario de Educación Pública, Emilio Chuaffet Chemor hizo el siguiente ofrecimiento: “Creo que el presidente de la República sabe que el Comie tiene muchas cosas, pero le falta una, y quiero contribuir a resolverla, a darle una sede para que el Comie, de esta manera, tenga el espacio que su talento y su trabajo por veinte años al servicio de la educación mexicana le ha merecido.” Las palabras del funcionario fueron calurosamente bienvenidas por la concurrencia.
Al seno del Consejo Mexicano de Investigación Educativa prevaleció la opinión de que el ofrecimiento del titular de la SEP representaba, en efecto, un reconocimiento a la trayectoria del organismo, así como una valiosa oportunidad para resolver la carencia de una sede permanente, lo que, no sobra decirlo, ha sido una aspiración desde que se creó el Consejo. Cierto es también que no faltaron señalamientos sobre posibles implicaciones, fundamentalmente políticas, de aceptar el donativo de la autoridad: ¿en qué medida ello comprometía al Comie con el activismo de la SEP en torno a la reforma educativa? Aunque la postura crítica era razonable, pronto fue descalificada, sobre todo en redes sociales y en espacios informales, por parecer intransigente. París bien vale una misa.
Así las cosas, se iniciaron intercambios y gestiones para solventar el tema de la sede. En la XL Asamblea General Ordinaria del Comie (10 de febrero 2014) la directiva de la organización informó que, para tal efecto, “la Secretaria Técnica se ha puesto en contacto con el director general del Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa (INIFED)”. Se mencionó también que el principal inconveniente para concretar la donación radicaba en que el espacio que la SEP ponía a disposición del Comie se localizaba por el rumbo de Vallejo, al extremo norte de la ciudad.
El desencuentro entre lo que el Comie esperaba y lo que la SEP estaba en condiciones de ofrecer mereció, de parte del titular del sector educativo nacional el siguiente comentario: “A una institución muy importante en materia de educación, le ofrecimos una sede, aquí en el Distrito Federal. Una sede, porque carecen de ella. Y les dijimos que la Secretaría haría las economías, para que esa institución, que es muy importante para la educación mexicana, tuviera su sede. Cuando les ofrecimos el terreno, que está en la Avenida de los 100 Metros, nos dijeron que no. Que ellos lo quieren en el sur, porque allá viven la mayoría. Y entonces, uno se cuestiona. Si la educación obedece a capricho, obedece a posibilidades (sic), y lo digo públicamente aquí, para que se oiga en otro lado”.
Las palabras del funcionario fueron recogidas por Educación Futura, como parte de los comentarios a la prensa, luego de su comparecencia en el Senado el pasado 5 de marzo (nota de Héctor Rojas). Al parecer ningún otro medio informativo dio importancia al tema.
Forma y fondo
La forma es dura: calificar de “capricho” la decisión del Comie de no aceptar un local que, por cualquier razón, no le conviene, es excesivo. Además parece indicar que, por lo pronto, el ofrecimiento se pospone, si no es que se cancela en el lapso que dure al frente de la SEP su actual titular. O acaso las autoridades recapaciten, quién puede saberlo.
Lo más importante es que todo este asunto, que va desde la oferta de una sede que no fue formalmente solicitada por el Comie, hasta el reproche del secretario a la organización por negarse al obsequio, da cuenta de la fragilidad de una relación que se hace depender, en mayor o menor grado, de relaciones interpersonales. Que progresa o retrocede según estados de ánimo o cálculos utilitarios. Vamos, que no es una relación institucional precisa y transparente.
Es claro, por lo demás, que para el Comie el financiamiento público de sus principales actividades es indispensable. La organización de los Congresos Nacionales de Investigación Educativa cada diez años, de los Estados de Conocimiento de cada decenio, de su amplio programa editorial para la difusión de la investigación educativa del país, así como de la edición de la bien prestigiada Revista Mexicana de Investigación Educativa, supera con creces los fondos disponibles a partir de las cuotas de los agremiados.
Por ley y con sustento en el Programa Sectorial de Educación, la SEP está comprometida con el fomento a la investigación educativa. En ese marco, parece la mejor solución diseñar vías e instrumentos de mayor estabilidad y alcance temporal, que no dependan de las personas, sino de las instituciones, para el alcance de objetivos comunes. De otro modo, la historia se convierte en cíclica: cada nueva directiva del Comie se ve obligada a presentarse a las autoridades, plantear ideas y proyectos, explorar posibilidades de subsidio, negociarlas, tramitarlas y conseguirlas. La trayectoria de la organización ha sido exitosa en ese terreno, el de la negociación de recursos, pero también hay que reconocer que este tipo de gestiones tiende a desgastar la eficiencia y eficacia de la organización.
Apoyar el fortalecimiento del Comie es una de las mejores apuestas que puede hacer la SEP para consolidar las relaciones entre el conocimiento y la práctica educativa. No hacerlo es limitar una posibilidad de desarrollo de gran importancia. Ojalá se entienda en donde debe entenderse.