El pasado 27 de julio se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto presidencial que crea el Tecnológico Nacional de México (TNM). La medida, en esencia, genera una nueva figura jurídica y administrativa para cumplir las funciones que venía realizando la Dirección General de Educación Superior Tecnológica, dependiente de la Subsecretaria de Educación Superior, de la SEP.
Según el decreto el Instituto será “un órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública, con autonomía técnica, académica y de gestión”, y tendrá adscritos al conjunto de “institutos tecnológicos, unidades y centros de investigación, docencia y desarrollo de educación superior tecnológica” previamente coordinados por la DGEST.
En la actualidad el Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos (SNIT) suma un total de 263 instituciones: 126 son IT federales, 131 IT descentralizados, cuatro Centros Regionales de Optimización y Desarrollo de Equipo (CRODE), un Centro Interdisciplinario de Investigación y Docencia en Educación Técnica (CIIDET) y un Centro Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico (CENIDET). El sistema brinda atención a casi medio millón de alumnos en licenciatura y posgrado, lo que representa una cuarta parte de la matrícula pública de nivel superior, y tiene presencia en la totalidad de las entidades federativas del país.
La creación del TNM puede interpretarse como una nueva etapa de la educación tecnológica del país. En los últimos años han ocurrido, en este sector, procesos de transformación e innovación sin duda relevantes. El primero, un notable crecimiento del sistema: al comenzar este siglo la matrícula total de los IT apenas alcanzaba los doscientos cincuenta mil estudiantes, lo que significa que el sistema ha duplicado su tamaño en los últimos quince años. La mayor parte de este crecimiento se debe a la creación de nuevos institutos tecnológicos descentralizados aunque, en el sexenio antecedente, se reactivó la creación de nuevos institutos federales. En 2007 se estableció el primer IT federal en el Distrito Federal, en Iztapalapa. A la fecha el DF cuenta con una docena de instituciones de este tipo.
Una segunda vertiente de cambio institucional es la organizativa. En su origen (1948) los IT formaban parte del Instituto Politécnico Nacional. A partir de 1959 pasaron a la órbita de la SEP, adscritos a la Dirección General de Enseñanzas Tecnológicas Industriales y Comerciales. En 1979, al ser establecido el Consejo Nacional del Sistema Nacional de Educación Técnica (COSNET), los IT se agruparon en el Sistema Nacional de Educación Tecnológica creado al efecto.
En 1979 se constituyó el Consejo Nacional del Sistema Nacional de Educación Técnica (COSNET), el cual representó un nuevo panorama de organización, surgiendo el Sistema Nacional de Educación Tecnológica, del cual los Institutos Tecnológicos fueron parte importante al integrar el Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos (SNIT). En 1990 surgió el sistema de institutos tecnológicos descentralizados, como expresión de la política de federalización educativa impulsada por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El primer IT de esta nueva clase fue el de Ecatepec, en el Estado de México. A diferencia de los federales, los IT descentralizados son establecidos por iniciativa de los gobiernos de los estados, su financiamiento es abastecido por fondos federales, estatales e incluso municipales, operan bajo la figura de Organismos Descentralizados del Estado (ODES), aunque la coordinación académica de los mismos se mantiene centralizada en la SEP.
En 2005 la reestructuración funcional de la SEP hizo que el conjunto de los IT federales y descentralizados quedara integrado, a través de una nueva Dirección General de Educación Superior Tecnológica a la Subsecretaría de Educación Superior. El cambio facilitó que, gradualmente, los IT hayan adoptado fórmulas y procedimientos emanados de las políticas de desarrollo universitario auspiciadas por la autoridad educativa federal.
La vertiente académica de cambio, se relaciona con los procesos de adecuación de la oferta educativa de los IT bajo el modelo de competencias, con el impulso al Espacio Común de la Educación Superior Tecnológica, así como con la implantación de nuevas fórmulas de aseguramiento de calidad, como es el caso de la acreditación de programas a través de las agencia coordinadas por el Consejo de Acreditación de la Educación Superior (COPAES).
La nueva fórmula institucional, el Tecnológico Nacional de México, representa una nueva y valiosa oportunidad para consolidar logros y avances. Sobre la marcha se verá si el nuevo esquema efectivamente se traduce en una mejor plataforma de trabajo para la educación superior tecnológica del país. Pero la idea es buena, sin duda.