Roberto Rodríguez Gómez

El año comenzó con dos conflictos laborales que implicaron suspensión de las actividades académicas de dos universidades. Primero fue la Universidad Autónoma de Zacatecas, donde el sindicato de trabajadores (STUAZ) realizó un paro de labores del 20 al 23 de este mes. El paro fue una medida de protesta en reclamo de la retención, por parte de la administración universitaria, de las cuotas que debía entregar la institución al Fovissste. De acuerdo con la representación sindical, la rectoría había dejado de entregar al fondo de vivienda aproximadamente 115 millones d. pesos, que garantizan la vivienda de un total de 480 trabajadores de la Universidad.

El conflicto con el sindicato zacatecano se resolvió mediante un compromiso de la autoridad universitaria en el sentido de actualizar y regularizar los pagos al fondo de vivienda. Las actividades en las instalaciones de la UAZ volvieron a la normalidad desde el viernes 23. Sin embargo, en el contexto del conflicto, salió a relucir el problema crónico de endeudamiento que mantiene la UAZ con el Issste.

El 14 de enero el delegado estatal del Instituto, Humberto Javier Romero Gudiño, informó que el adeudo total de la UAZ al cierre de 2014 ascendía a 540 millones de pesos. El licenciado Romero comentó, asimismo, que la institución universitaria entregó, en años anteriores, varios inmuebles al Issste para saldar parte del adeudo pero que, según las reglas vigentes, esta práctica no podrá continuar, y que se espera que el gobierno del estado, así como la Universidad, propongan un programa de pagos para atender la deuda (El Diario de Zacatecas, 14 de enero 2015).

Si se toma en cuenta que el subsidio total de la UAZ, es decir la suma de las aportaciones federales y estatales, asciende aproximadamente a mil 700 millones de pesos al año, la deuda histórica con el ISSSTE representa un problema de primera importancia con inmediatas repercusiones sobre la gestión laboral de la institución. Desde luego que la UAZ no es el único caso, ni mucho menos, de universidades públicas con pasivos financieros relevantes, pero ejemplifica el escenario en que la insuficiencia económica de las universidades públicas se convierte, con relativa facilidad, en un foco de conflicto.

El caso de Oaxaca es distinto. Los días 16, 23 y 27 de enero el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (Steuabjo) llevó a cabo ejercicios de suspensión de actividades en las distintas sedes de la Universidad, cuyo propósito ha sido el de mantener presión en las negociaciones que se siguen para la revisión del contrato colectivo de trabajo en la institución. La huelga universitaria puede estallar, si no se consigue un acuerdo satisfactorio, a partir del primero de febrero de este año.

Entre otras demandas, el Steuabjo está requiriendo el pago de un millón 800 mil pesos del programa de Remanentes, Calidad y Eficiencia 2013 que beneficiaría a 750 docentes, además de la entrega de 17 millones de pesos para integrar a 750 docentes más al programa, la liberación de 500 plazas para mismo número de catedráticos, así como aumento salarial del 20 por ciento (MILENIO, 27 de enero 2015).

El rector de la universidad, Eduardo Martínez Helmes, ha declarado que para la institución es muy difícil resolver las demandas sindicales por la insuficiencia presupuestal de la Universidad. Se ha señalado al respecto que la UABJO ocupa más del noventa por ciento de los subsidios en el pago de nómina y que, por lo tanto, resolver demandas de incremento en el salario y las prestaciones, imposibilita emprender proyectos de desarrollo académico e institucional.

El escenario oaxaqueño agrega a la complejidad de la negociación sindical y la amenaza de una huelga laboral la recurrente movilización de estudiantes y académicos en el marco del conflicto magisterial encabezado por la Sección 22 del SNTE. En la UABJO se ha vuelto recurrente un clima de inestabilidad que sin duda obstaculiza el desarrollo académico de la institución.

Hasta ahora los conflictos en la UAZ y la UABJO pueden interpretarse dentro de la normalidad laboral universitaria. Pero en un contexto de austeridad presupuestaria como el que se anticipa para este año es predecible que se multipliquen. Hay que estar atentos al respecto.