Las dos principales compañías productoras de bases de datos e indicadores sobre la producción académica indexada, es decir, Thomson Reuters (índice Journal Citation Reports JCR) y Elsevier (índice Scopus), coinciden en identificar a la República Islámica de Irán como el país con la mayor tasa de crecimiento en materia de publicación de artículos en las revistas reconocidas por dichos índices. Según la base de datos Scopus, en el 2000 la producción académica indexada de Irán fue de 1,743 artículos, mientras que en 2014 alcanzó la cifra de 39,943, lo que representa un promedio de crecimiento de 25.5 por ciento anual en el periodo. Con ello, Irán transitó de la posición 48 a la décimo sexta a escala mundial, en apenas década y media. Cabe agregar que la nación islámica pasó, en el mismo periodo, de siete revistas locales indexadas a 137. Con tales datos, Irán se perfila como una de las naciones más dinámicas en la generación de productos científicos de alcance internacional, condición que comparte con países como China, India, Corea del Sur y Brasil, a su vez potencias emergentes en el rubro.
Entre otros impactos de la reciente consolidación de capacidades científicas y tecnológicas en la antigua Persia, cabe referir al incremento paralelo del número de patentes de invención solicitadas por personas residentes en ese país. De acuerdo con la base de datos del Banco Mundial “Indicadores del Desarrollo Mundial”, en Irán se pasó de 410 solicitudes en 2000 a 13,683 en 2014. Esta última cifra está al nivel de las solicitudes de patentes de residentes de Francia e India, y supera notablemente a la de países como Italia, Brasil, Canadá, Australia y los países nórdicos. Para acabar pronto, el número de solicitudes de patentes por parte de residentes en Irán es mucho mayor al total de América Latina y el Caribe en el mismo renglón, que según la misma fuente de datos sumó apenas 7,372 solicitudes en 2014.
Comparemos los datos de Irán con los de México. En el 2000 los académicos de nuestro país publicaron, según la base SCOPUS, un total de 6,133 artículos en revistas indexadas, casi el cuádruple de la producción iraní. Pero en 2014 la producción mexicana fue de 18,705 artículos, menos de la mitad de los alcanzados por aquel país. La posición de México a nivel global pasó del lugar 28 al 29, o sea que no mejoró ni lo contrario.
¿Cómo se explica el desarrollo científico y tecnológico de un país que atravesó una década de guerra -el conflicto Irak Irán de los ochenta, que costó a ese país más de un millón de víctimas- y un largo periodo de sanciones de comercio e intercambio internacional a cargo de Estados Unidos y varios países de Europa Occidental? ¿Qué factores explican el despegue científico de una nación que abrazó la tradición islámica como fórmula de gobierno y ordenamiento cultural y social?
Hay varios elementos explicativos. Primero el notable desarrollo del sistema de educación superior de ese país en los últimos años. Irán pasó de una matrícula total de nivel terciario de menos de un millón de estudiantes en el 2000 a 4.7 millones en 2014, cifras que incluyen a los inscritos en las modalidades de profesional técnico, licenciatura y posgrado. En términos de cobertura los indicadores correspondientes son 19.3 por ciento en el 2000 y 65.9 por ciento en 2014. En comparación, México tenía en 2000 poco más de dos millones de estudiantes de nivel superior, y en 2014 aproximadamente 3.5 millones, casi cuatro si se cuentan los inscritos en educación superior a distancia. El cambio en la tasa de cobertura mexicana ha sido, en el periodo de referencia, de 21 a 35 por ciento, lo que quiere decir que en Irán se consiguió duplicar el desempeño de México en este aspecto.
Además, según datos de UNESCO, en Irán el número de estudiantes en programas de doctorado supera la cifra de 70 mil, lo que equivale a la matrícula del nivel en países como Francia, Japón, Corea o Brasil. En México la matrícula total de doctorado, contando en ella la de instituciones públicas y privadas, supera ligeramente la cota de treinta mil. Como es sabido, el volumen de estudiantes en programas doctorales tiene un efecto directo en la cantidad de publicaciones científicas, ya que ellos, los estudiantes de ese nivel, suelen participar en los colectivos de investigación de las instituciones que los ofrecen.
La producción científica y el desarrollo tecnológico de Irán se concentra en áreas de ingeniería y medicina clínica, aunque también ha cobrado presencia relevante en informática, biociencia, industria espacial y nanotecnología. Tal y como señala el Informe de la UNESCO sobre la ciencia hacia 2030, parte de la explicación se explica como reacción a un entorno económico adverso: “A medida que la presión de las sanciones económicas aumentaba, el gobierno ha tratado de estimular la innovación endógena.” El despliegue de esa política se basó, principalmente, en la fortaleza de la economía por los recursos energéticos disponibles. Con la disminución de los precios internacionales del petróleo y el gas, los recursos para investigación han comenzado a disminuir, lo que puede tener implicaciones severas a corto plazo. Igual que por estos rumbos.
También se identifica como problema la “sobre-educación” de la fuerza de trabajo. Según un estudio de Nader Habib (Iran’s Overeducation Crisis: Causes and Ramifications), hacia 2011 sólo el 46 por ciento de los graduados universitarios participaba directamente en el sector laboral formal. Y como las mujeres han superado notablemente la proporción masculina de la matrícula, el desempleo universitario las afecta con mayor incidencia.
Como sea, vale la pena seguir la pista del caso de Irán -80 millones de habitantes en 2016- para reflexionar sobre nuestras alternativas de desarrollo.