El Instituto de Política Educativa (IPE), organismo de investigación con sedes en Australia, Canadá y Estados Unidos, acaba de publicar el reporte Global Higher Education Rankings: Affordability and Accessibility in Comparative Perspective. ¿Qué segmentos de la población tienen acceso a la educación superior? ¿Qué factores determinan las condiciones de acceso? ¿Qué relación guardan las políticas educativas nacionales con tales posibilidades? Son las cuestiones abordadas mediante la comparación de datos nacionales.
El estudio distingue entre costeabilidad (affordability) de los estudios por parte de la demanda, y acceso social (accessibility) que, en el contexto de la investigación, representa las oportunidades de inserción relacionadas con la estratificación social. Para la estimación de las posibilidades de acceso y permanencia dado el costo escolar, los autores establecen una función general, cuyas variables son: capacidad de pago de las personas, costo educativo, y existencia de becas y otras formas de financiamiento. El modelo define la capacidad de pago mediante el PIB per cápita ajustado al poder de compra.
Luego de calcular costos educativos (directos, indirectos, ponderados y netos) se establecen índices de costo contra capacidad adquisitiva. La combinación de indicadores genera un orden en que los primeros lugares son ocupados por los países en que el acceso al sistema de educación superior es costeable aún para los hogares de ingresos medios y bajos, mientras que los últimos dan cuenta de sistemas en que el costo relativo de la educación superior impide la incorporación de los segmentos económicamente más debilitados.
De una lista de 16 sistemas, todos de países desarrollados, la lista del IPE ubica en los primeros cinco lugares de costeabilidad a los sistemas de Suecia, Finlandia, Holanda, Bélgica e Irlanda, mientras que las últimas posiciones son ocupadas por Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Nueva Zelandia y Japón. El estudio ofrece la siguiente conclusión al respecto: Suecia ocupa el primer lugar debido a una óptima combinación de bajos costos educativos para la demanda, un amplio sistema de becas, y créditos suficientes.
En Finlandia y Holanda, el costo a la demanda es de nivel medio-bajo, hay un extenso sistema de becas, y un sistema de créditos complementario. El caso de Estados Unidos, Canadá y Australia ilustra una situación en que los altos costos de matrícula son relativamente compensados por becas y créditos. Por último, el bajo desempeño del Reino Unido y Nueva Zelanda se explica por la combinación entre altos costos y bajo ingreso per cápita, y el de Japón por la debilidad del sistema compensatorio (becas y crédito).
La segunda parte del reporte se concentra en la medición del nivel de acceso social a los sistemas universitarios. En este segmento únicamente se consiguieron datos completos para trece países. Se consideran variables de cobertura, retención, equidad socioeconómica y equidad de género. La primera variable (cobertura) mide tasas netas de participación de los grupos de edad relevantes. La segunda (retención) es una estimación de permanencia en el sistema. La tercera (equidad social) calcula la presencia en la universidad de distintos segmentos socioeconómicos, definidos a través del grado de escolaridad del padre. Por último, la igualdad de género mide la desviación de la proporción por sexo en la población universitaria contra la poblacional.
Los datos de este grupo de variables merecen ser descritos por separado. En cuanto al nivel de cobertura el orden es el siguiente: En primer lugar, Finlandia, con una cobertura de 39.7% respecto al grupo de edad 21-24. En segundo, Italia, con 32.4% sobre el grupo 20-23. En tercer lugar, Holanda con una cobertura de 29.6% del grupo 19-22. Entre 20 y 25 por ciento de cobertura siguen Francia, Reino Unido, Australia, Canadá y Estados Unidos. Finalmente, en el rango de menos de 20 por ciento de cobertura neta, Austria, Bélgica, Suecia, Irlanda y Alemania.
La medición de la variable "retención" es indirecta: la proporción de estudiantes de 25 a 34 años que permanecen estudiando. En este indicador destaca Estados Unidos con 31%, seguido de Canadá, Australia, Holanda, Irlanda y Reino Unido, en torno al 25%. Los últimos lugares de la lista son ocupados por Alemania, Italia y Austria, en torno a 10%
En la variable de equidad social, los sistemas de Holanda, Reino Unido y Canadá aparecen como los más equitativos, es decir aquellos en que el cuerpo estudiantil actual se asemeja más al nivel de escolaridad superior alcanzado por la población, mientras que los sistemas de Alemania, Austria y Bélgica se describen como los más elitistas. Por último, en la variable de equidad de género, la proporción de mujeres sobrepasa considerablemente a la de varones en todos los sistemas, excepto Alemania. El caso extremo es Suecia donde las mujeres alcanzan dos terceras partes de la matrícula.
En el índice compuesto, los países que obtienen la mayor puntuación en materia de acceso social son Holanda, Finlandia y Reino Unido, y las puestos inferiores corresponden a Alemania, Bélgica y Austria. El resultado lleva a concluir a los autores que en el ranking de acceso predominan los sistemas modelados por políticas públicas que se han preocupado por brindar condiciones económicas, sociales y educativas para asegurar que un segmento significativo y diverso de la sociedad puede en efecto aprovechar la educación superior.
Los autores reconocen los límites metodológicos de un estudio de este tipo, sobre todo por la carencia de datos comparables precisos. Pero la idea es muy buena y lleva a pensar en la necesidad de desarrollar métodos de evaluación y clasificación alternativos. El estudio completo puede consultarse en: http://www.educationalpolicy.org/pdf/Global2005.pdf