El análisis de la educación superior constituye un área de conocimiento en que confluyen varias disciplinas científicas y humanísticas. El trabajo de especialistas y estudiosos de la vida universitaria contribuye a discernir los problemas relevantes, los temas de actualidad, las soluciones experimentadas en otras épocas o contextos, así como las posibles consecuencias de determinadas políticas, estrategias o innovaciones.
Por ello, me parece de interés aprovechar este espacio para la reseña y comentario de algunos textos recientemente publicados que tratan aspectos generales o particulares del sistema educativo superior del país. Iniciaré la serie con el libro de entrevistas de Jorge Medina Viedas, titulado La ANUIES y la educación superior en México 1950-2005, publicado este año en la Colección Biblioteca de la Educación Superior, de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.
Uno de los propósitos de la publicación consiste en conmemorar el 55 aniversario de la Asociación. Como lo recuerda el autor en páginas iniciales, la ANUIES inició formalmente labores el 25 de marzo de 1950, aunque fue concebida diez años antes por un grupo de dirigentes universitarios encabezado por Gustavo Baz, entonces rector de la UNAM.
El texto de Medina contiene seis entrevistas en profundidad con los que fueron secretarios generales ejecutivos de la ANUIES de 1965 a 2005: Alfonso Rangel Guerra, Rafael Velasco Fernández, Juan Casillas García de León, Carlos Pallán Figueroa, Julio Rubio Oca y Jorge Luis Ibarra Mendívil. El lector recordará que a partir de mayo pasado el maestro Ibarra dejó el relevo a un nuevo secretario general, el doctor Rafael López Castañares, ex rector de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Además de las entrevistas, el libro contiene un muy interesante capítulo de introducción. En éste, Medina documenta y reflexiona acerca de la trayectoria de la ANUIES desde el punto de vista de su siempre compleja y variante relación con el gobierno federal. De la concordia a la distancia, de la resistencia a la colaboración, de la coincidencia a la diferencia. Así es la historia de la ANUIES y Medina lo relata muy bien en concisa síntesis.
El autor hace notar el indudable peso de los secretarios generales ejecutivos en la conducción y orientación de la Asociación, sus posturas en eventos cruciales y el papel que jugaron para mantener estable la representación universitaria en contextos políticos muy variables, algunos francamente delicados. ¿Temas permanentes? Sí, la batalla del financiamiento, frente permanente de todos los dirigentes universitarios del país y también de la Asociación que los representa; el reconocimiento y respeto a la autonomía de las universidades públicas; la búsqueda de acuerdos entre instituciones para el enfrentamiento de problemas comunes; la promoción de iniciativas de reforma en distintos planos; la búsqueda de incidencia en las políticas públicas de educación superior del país.
¿Temas de coyuntura? También los hay, en realidad a cada secretario general tocó lidiar con su propia circunstancia y procurar el desarrollo de la Asociación en condiciones más o menos favorables. No es infrecuente el caso, como lo recuerdan el autor y sus entrevistados, en que la secretaría general debió atender, simultáneamente, el reto de conservar unido el gremio rectoral y sostener una interlocución digna con los representantes del Estado. ¿Aciertos?, seguramente, quizás el principal proyectar la voz de las universidades hacia la arena de las políticas públicas, tener capacidad de iniciativa y modular las prioridades gubernamentales antes y durante su implementación en el plano institucional. ¿Errores?, probablemente varios, el lector los juzgará desde su propia apreciación de las posiciones asumidas por los protagonistas.
Pero sin duda, el libro ofrece un material invaluable para un ejercicio de ponderación. El autor es rotundo en su apreciación personal sobre la importancia del rol de la Asociación en la configuración de nuestro sistema educativo superior. Afirma que en sus 55 años, la ANUIES ha contribuido de manera relevante al desarrollo de la educación superior. Diría que su papel ha sido determinante. El Estado mexicano ha contado con un intermediario estratégico en la definición del rumbo de la política educativa y en la instrumentación de las orientaciones específicas para su concreción: la planeación, la evaluación y la acreditación como ejes articuladores de un conjunto de acciones que sintetizan el entramado nervioso del sistema educativo superior han sido llevadas a la práctica por la mediación de la ANUIES (pág. 39).
Para el lector que quiera conocer los hechos y las razones de la intrincada relación entre el gobierno y las universidades públicas del país, la lectura de la colección de entrevistas que nos entrega el libro de Medina Viedas es un recurso fundamental. El qué, cuándo, cómo y porqué, indispensables en todo ejercicio periodístico, están escrupulosamente cubiertos en cada una de ellas. También se hace notar, mediante un notable despliegue de la profesión de preguntador, el juicio personal de los interlocutores sobre su propia actuación como representantes de la organización.
Un tema recorre el texto ¿Cuál ha sido la experiencia concreta de la autonomía universitaria en las últimas décadas y cómo se ha resuelto, en cada coyuntura, la evidente tensión entre los postulados autonómicos y el interés gubernamental por orientar la marcha de las universidades? Al lector interesado en estas cuestiones le recomiendo ampliamente el libro comentado.