Al momento de escribir esta columna se mantiene incógnita la designación del relevo al frente de la SEP, posición que será desocupada una vez que su actual titular, la maestra Delfina Gómez Álvarez, entre en funciones como coordinadora del Comité de Defensa de la Cuarta Transformación en el Estado de México, en su camino hacia la candidatura de Morena en la elección para gobernar esa entidad.
Es ingenuo suponer que la transición no haya sido anticipada por el presidente López Obrador porque, desde hace tiempo, era ampliamente conocida la posibilidad que la maestra Gómez Álvarez pudiera representar a su partido en la próxima contienda electoral, lo que solo podría ocurrir con el respaldo del ejecutivo federal. ¿Por qué entonces se mantiene reserva en torno al inminente cambio en la SEP?
Una posible explicación sería que, en el ámbito de la administración pública, es normal abrir un compás de tiempo en la salida de un funcionario de primer nivel y el ingreso de quien lo sustituye. El intervalo correspondiente daría la oportunidad de cuadrar o cerrar procesos en curso; preparar, en su caso, la agenda de modificaciones que se busque desarrollar, e integrar los equipos que se encarguen de la implementación. Eso bajo la hipótesis que el relevo en la SEP, en lugar de continuidad, se traduciría en un cambio de ruta, lo que no está a la vista.
Conviene recordar que la anterior sustitución ocurrió en diciembre de 2020, en plena pandemia: en reemplazo de la diplomática Martha Bárcena como embajadora de México ante Estados Unidos, el presidente propuso al entonces secretario de Educación, Esteban Moctezuma. El anuncio de la iniciativa se dio a conocer en la conferencia matutina del 16 de diciembre de ese año. La designación de la maestra Gómez Álvarez se informó, también en conferencia matutina, el 21 de diciembre, tan solo cuatro días después. ¿Por qué, en estas circunstancias, se optó por diferir el anuncio y abrir ocasión para la especulación?
La presidencia de la República, con una intención de momento indescifrable, ha alimentado el vetusto juego del “tapado” y las apuestas han corrido en varias direcciones. En la mañanera del 5 de agosto, el presidente afirmó que la titular de la SEP “tiene que dejar ya la secretaria, voy a hablar con ella para que ya se inicie el proceso de entrega-recepción y vamos a elegir, a nombrar a una mujer”. En la misma conferencia añadió que la transición: “debe darse a la brevedad para que se inicie con el proceso de entrega-recepción, debido a que está por iniciar el nuevo ciclo escolar.”
El descarte, real o aparente, de posibles sucesores de sexo masculino, entre quienes habría, en la propia estructura de la SEP, candidatos afines a la visión de la cuarta transformación y de lealtad probada al titular del ejecutivo, hizo voltear la mirada hacia el contingente de mujeres que podrían ocupar el cargo. En estos días se han especulado, en prensa y redes sociales, varias posibilidades: integrantes del actual gabinete presidencial para un enroque; responsables del sector educativo en las entidades federativas; funcionarias del sector educativo federal y también autoridades de instituciones de educación superior. Incluso se han mencionado posibilidades del poder legislativo y del ámbito académico. Hasta el momento, tres de las candidatas más sonadas —las doctoras Rosaura Ruíz Gutiérrez, María Elena Álvarez-Buylla y Raquel Sosa Elizaga— parecen haber quedado fuera del espectro de posibilidades, por diferentes razones.
Raquel Sosa, coordinadora del Sistema de Universidades del Bienestar Benito Juárez, se descartó para la suplencia. Al ser interrogada por la prensa sobre el tema, durante el evento de evaluación general del programa a su cargo, el pasado 6 de agosto en Armería, Colima, al que asistieron el presidente de la República y la titular de la SEP, la respuesta de Sosa fue un escueto, pero claro: “no, yo no” (El Universal 06-08-2022).
Sobre la doctora Ruíz, titular de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México, la Jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum Pardo, señaló: “me parecería muy bien, pero hasta ahora no queremos dejarla ir de la Ciudad” (Reforma, 09-08-2022). Si bien esta expresión no es un descarte absoluto, parece indicar que esa alternativa, que para muchos observadores y especialistas sería venturosa, no está en el cálculo presidencial.
El tercer nombre que levantó expectativa en medios es el de la directora general del Conacyt. El 8 de este mes, una desafortunada filtración dio por hecho que ella ocuparía el puesto. El rumor, que reprodujeron varios medios de prensa y que circuló intensamente en redes sociales, fue desmentido en la mañanera del martes 9, acto en que Álvarez-Buylla presentó una síntesis de los avances de la política de ciencia y tecnología bajo su responsabilidad. A pregunta de uno de los reporteros, el presidente López Obrador respondió que “no, porque la necesitamos donde está, todavía no termina y ha hecho un trabajo extraordinario” (El Financiero, 09-08-2022).
Quizás más que en los nombres, que se mantienen en la especulación, lo interesante será conocer el perfil con el que se quiere cerrar el ciclo de la SEP. ¿Una funcionaria con capacidades profesionales, técnicas y administrativas para resolver pendientes tan relevantes como el nuevo currículum de la educación básica; la distribución del presupuesto para el sector; los procesos de ingreso y promoción docente; la reforma de las normales; la normalización escolar y la recuperación de los aprendizajes, entre varios otros, o bien un perfil, más bien político, que asegure, con los programas de becas y las negociaciones con el sector sindical, el rédito de la acción educativa en la continuidad del régimen. Ya veremos, o tal vez el escenario sea identificable cuando esta columna se publique.