Roberto Rodríguez Gómez

Por declaraciones de campaña y en el inicio de la transición de gobierno, parece clara la intención, de las autoridades entrantes, de eliminar el concurso de selección como mecanismo para la distribución de lugares en las instituciones públicas de educación media superior de la Ciudad de México y de la zona metropolitana.

Clara Brugada, futura jefa de gobierno de CdMx, afirmó en un acto de campaña que se propone impulsar “un programa para que todas y todos los jóvenes que deseen ingresar a la universidad puedan hacerlo”, además se comprometió a gestionar “un nuevo mecanismo de acceso a los jóvenes del nivel medio superior para que ya no exista el examen de Comipems, que deja afuera, que excluye, que reprueba y que castiga a los jóvenes” (13 de marzo 2024, nota de Aristegui Noticias).

Al ser anunciado como el próximo titular de la Secretaría de Educación Pública, Mario Delgado Carrillo, se sumó a la propuesta al proyectar que, durante su gestión, un objetivo será construir más preparatorias para terminar con la prueba Comipems. En rueda de prensa, expresó: “que se construyan todas las preparatorias que hagan falta para que esto nos lleve a terminar con la famosa prueba del Comipems, que todas y todos los jóvenes que quieran estudiar lo puedan hacer y además que tengan su beca (4 de julio 2024, nota de El Financiero).

La actual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, confirmó esa postura al afirmar su intención de eliminar el concurso Comipems dado que ese modelo “manda un mensaje negativo a los jóvenes de quince años, quienes, pueden verse rechazados por sacar una baja calificación en un examen”. Sheimbaum enfatizó entonces que “un adolescente, al haber cumplido la secundaria, debe tener derecho de entrar a la preparatoria y no tener que hacer exámenes, sino que vaya a la preparatoria más cercana a su casa” (15 de julio 2024, nota de Infobae).

Como es sabido, el examen de la Comisión Metropolitana de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems) ha sido diseñado, desde su origen en 1996, por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval). Las instituciones que suscribieron el acuerdo para la creación de la Comipems (16 de febrero de 1996), establecieron con el Ceneval un convenio de colaboración (19 de febrero de 1996), a través del cual el organismo evaluador se compromete a: elaborar, conforme a las recomendaciones de las instituciones, el examen correspondiente; entregar a las instituciones los materiales impresos necesarios para la realización del examen; asignar el plantel a cada concursante de acuerdo con los criterios generales proporcionados en las instituciones; permitir la realización de auditorías por el despacho seleccionado por las instituciones; enviar a cada institución el reporte global de los resultados del examen y la asignación de los alumnos en cada uno de los planteles, y enviar a los sustentantes que lo soliciten el reporte individual de sus resultados. En dicho convenio se anticipaba que los recursos para que el Ceneval cumpliera la tarea encomendada provendrían de una cuota monetaria a cargo de los aspirantes.

El 18 de febrero de 2000 fue agregado al convenio entre la Comipems y el Ceneval un anexo técnico en el que se precisan las condiciones para la administración de los recursos provenientes de las cuotas de recuperación cubiertas por los participantes en el concurso de ingreso. Lo importante de este instrumento es que la UNAM ya no figuró entre las instituciones de la Comipems firmantes, lo que significaba, en la práctica, la separación de la Universidad Nacional del examen respectivo.

La UNAM atendía con ello a una de las demandas formuladas por el Consejo General de Huelga que mantuvo a la institución en condición de suspensión de actividades por casi un año, de abril de 1999 a febrero de 2000. A partir de ese momento, la UNAM, si dejar de pertenecer a la Comipems, se hizo cargo del diseño, aplicación y calificación de su propio examen. A través de un procedimiento de equiparación de los bancos de reactivos de ambas instituciones (Ceneval y UNAM) se consiguió que ambos exámenes fueran técnicamente equivalentes. De este modo, el examen de la UNAM es aplicado a aquellos aspirantes cuya primera selección de planteles corresponde a alguno de los que forman parte de la Universidad: Escuela Nacional Preparatoria y Colegio de Ciencias y Humanidades. Quienes no consiguen ingreso a los mismos son asignados a alguna de las instituciones de educación media superior que forman parte del acuerdo Comipems.

La Comipems está integrada por tres tipos de instituciones: los bachilleratos federales (universitarios o tecnológicos) a cargo de la SEP, incluido el Instituto Politécnico Nacional; las preparatorias oficiales del Estado de México; y los bachilleratos de dos universidades autónomas: la UNAM y la Universidad Autónoma del Estado de México.

De este modo, la “desaparición” del examen de admisión para el ingreso a los bachilleratos de la zona metropolitana de CdMx requiere de un acuerdo interinstitucional, no solo de una iniciativa gubernamental. La SEP, que también participa en la Comipems y tiene a su cargo la secretaría técnica encargada de la logística de la aplicación, puede perfectamente anular su parte en el convenio con el Ceneval y mantener una instancia que se encargue de la distribución de estudiantes en los planteles bajo su administración, ya sea por cercanía geográfica o por alguna alternativa que se diseñe al efecto.

Pero el caso de la UNAM es bien distinto, ante todo porque a sus planteles apunta el cincuenta por ciento de la demanda (aproximadamente 130 mil aspirantes) y tiene cupo para solo treinta mil, en números redondos, estudiantes de primer ingreso. Al ser universidad autónoma, le toca decidir qué hacer, es decir, cómo seleccionar entre los aspirantes a quienes formarán parte del estudiantado en la ENP y el CCH. ¿Renunciará la UNAM al concurso de selección? No lo creo.