Aunque aún está por descifrarse la que será la política educativa del segundo mandato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuyo mandato inició hace apenas unos días, sus pronunciamientos durante la campaña republicana, así como la expresión de algunas propuestas específicas, son hoy materia de preocupación y debate en medios políticos, académicos y de opinión pública. La pregunta que recorre la discusión es cuáles de las ideas del candidato Trump se harán realidad en su administración y cuáles sus implicaciones de corto y largo plazo.
Una de tales propuestas, presentada desde la convención republicana de 2004, consiste en eliminar la autoridad federal educativa, es decir el Departamento de Educación. Al respecto se dijo: “Estados Unidos gasta más dinero por alumno en educación que cualquier otro país del mundo, y sin embargo estamos al final de todas las listas educativas en términos de resultados. Vamos a cerrar el Departamento de Educación en Washington, D.C. y lo enviaremos de vuelta a los Estados, donde pertenece, y dejaremos que los Estados dirijan nuestro sistema como debe ser” (2024 GOP Platform Make America Great Again).
Además de un renovado énfasis en la educación técnica y la capacitación laboral, como alternativas a la formación universitaria, dicha plataforma recomida que “para reducir el costo de la educación superior, los republicanos apoyarán la creación de alternativas adicionales, drásticamente más asequibles, a un título universitario tradicional de cuatro años” (ídem).
El hoy presidente ha insistido, con una alta dosis de violencia verbal, en la necesidad de combatir, por distintos medios, a las instituciones universitarias y los sectores académicos identificados con corrientes de izquierda y promotores de políticas favorables a la diversidad ideológica, de género y de protección de derechos humanos. En la denominada “Agenda 47” (porque Trump fue electo el 47 presidente de Estados Unidos), se propone, entre otras medidas, diversificar los mecanismos de acreditación de programas universitarios: “Nuestra arma secreta será el sistema de acreditación universitaria (…) Cuando regrese a la Casa Blanca, despediré a los acreditadores de izquierda radical que han permitido que nuestras que nuestras universidades sean dominadas por maníacos y lunáticos marxistas. Luego aceptaremos solicitudes para nuevos acreditadores que impondrán estándares reales a las universidades una vez más y de una vez por todas. Estas normas incluirán (…) la eliminación de todos los burócratas marxistas de la diversidad, la equidad y la inclusión, la oferta de opciones para títulos acelerados y de bajo costo, la provisión de servicios de inserción laboral y profesionales significativos, y la implementación de exámenes de ingreso y egreso de la universidad para demostrar que los estudiantes realmente están aprendiendo y obteniendo el valor de su dinero.”
En un discurso del primero de noviembre de 2023, Trump lanzó una propuesta bastante exótica, pero que podría hacer realidad: crear una Academia Estadunidense que compita con el sistema universitario. Dice así: “Según el plan que estoy anunciando hoy, tomaremos los miles y miles de millones de dólares que recaudaremos multando y demandando a los fondos patrimoniales (endowment) de universidades privadas y luego usaremos ese dinero para dotar a una nueva institución, llamada Academia Estadunidense. Su misión será la de poner a disposición de todos los estadunidenses una educación verdaderamente de primera clase, sin costo alguno, y sin añadir un solo centavo a la deuda federal. Esta institución reunirá un universo entero de contenido educativo de la más alta calidad, que abarcará todo el espectro de conocimientos y habilidades humanas, y pondrá ese material a disposición de todos los ciudadanos estadunidenses en línea de forma gratuita. La institución (…) será estrictamente apolítica y no se permitirá el despertar de la conciencia ni el yihadismo; nada de eso se va a permitir. Lo más importante es que la Academia Estadunidense competirá directamente con el actual y muy costoso sistema universitario de cuatro años al otorgar a los estudiantes credenciales de grado que el gobierno de los Estados Unidos y todos los contratistas federales reconocerán de ahora en adelante. La Academia otorgará el equivalente completo y completo de una licenciatura”.
La propuesta añade que “además de ayudar a los cuarenta millones de estadunidenses que tienen algún tipo de educación universitaria pero no un título, la Academia Estadunidense otorgará créditos por cursos anteriores en instituciones tradicionales y le dará la oportunidad de completar su educación en la Academia Estadonidense de manera gratuita y mucho más rápido de lo que es posible o está disponible en la actualidad. Esto será una revolución en la educación superior y brindará oportunidades que cambiarán la vida de decenas de millones de nuestros ciudadanos.”
En el medio académico norteamericano, además de una preocupación por la eventual implementación de las ocurrencias descritas, se avizora un escenario desfavorable ante la posibilidad de recortes o cancelación de fondos federales de apoyo a la investigación en ciencia básica y en humanidades, en becas para estudios de posgrado y también en la limitación de una fuente de ingresos importante, la que proviene del flujo migratorio de estudiantes extranjeros que accede a las universidades de ese país.
Ya veremos cómo evoluciona la problemática. Por lo pronto se vislumbran nubes el horizonte de uno de los principales sistemas de educación superior del planeta.