Con menos visibilidad que el subsistema de educación superior universitaria, el sector que comprende las instituciones públicas de educación superior tecnológica (institutos tecnológicos, universidades tecnológicas y universidades politécnicas) ha desarrollado en los recientes años vertientes de transformación académica y cambio institucional que tienden, en conjunto, a un reposicionamiento de este sector dentro del sistema de formación profesional del país.
Por razones un tanto confusas, pero que apuntan en la dirección de la política real, es decir, la presencia y juego de intereses en la conducción del sistema, los distintos componentes institucionales surgieron y permanecen sectorizados en distintas áreas de la administración federal del sector educativo. Los primeros institutos tecnológicos fueron creados en 1948 como dependencias del Instituto Politécnico Nacional y bajo la coordinación de la Dirección General de Enseñanzas Especiales de la SEP. Permanecerían en ese régimen diez años. En 1958 fueron adscritos a la recién instaurada Subsecretaría de Enseñanza Técnica Superior y en 1970 a la Subsecretaría de Educación Media, Técnica y Superior de nueva creación. De 1970 a 1976, es decir, durante la gestión del presidente Luis Echeverría Álvarez, comparten con las universidades públicas el mismo entorno administrativo dentro de la estructura de la SEP.
En 1976 se establece la Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológicas (SEIT), en la cual se incluye el conjunto de institutos tecnológicos, y la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica (SESIC), encargada de la coordinación de las instituciones de educación superior (IES) universitarias. Desde un año antes, en 1975, se había constituido el Consejo del Sistema Nacional de Educación Tecnológica (COSNET), encargado de coordinar las actividades del conjunto de instituciones de enseñanza técnica y tecnológica en los distintos niveles educativos del sistema. La separación en dos subsecretarías, una para IES universitarias y la otra para tecnológicas, prevalecería hasta el año 2005, con la fusión de ambas entidades en la nueva Subsecretaría de Educación Superior (SES).
El sistema de universidades tecnológicas, creado en 1991, fue adscrito a la SESIC. Lo mismo ocurrió con el sistema de universidades politécnicas fundado en 2001. En cambio, el sistema de institutos tecnológicos descentralizados, que complementa al de institutos tecnológicos a cargo de la federación, fue instaurado en 1990 y quedó sectorizado en la SEIT. Esto implica, como es de suponerse, que las líneas de política académica y de organización de los distintos conglomerados institucionales que comparten los objetivos de la formación tecnológica superior se desarrollaron, por largo tiempo, en distintos entornos de coordinación administrativa, funcional y, desde luego, académica.
En 2003, el Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos (SNIT) estableció, como guía de acción y reforma académica, el documento titulado “Modelo educativo para el tercer milenio”, el cual fue presentado a las autoridades educativas como la propuesta consensuada para orientar el cambio institucional del sistema, como la plataforma del SNIT en el marco de la redistribución funcional con motivo de la compactación administrativa de la SEP y, sobre todo, como la iniciativa del sector en el contexto del cambio de autoridades al inicio del actual sexenio. Más adelante nos ocuparemos de la fase de implementación de este modelo.
En 2005 y 2006 el sistema de universidades tecnológicas contó con dos evaluaciones para dar cauce a su reforma. La primera, una evaluación interna denominada “Fortalecimiento y consolidación del modelo de las universidades tecnológicas.” Aunque este documento no fue publicado, tuvo amplia difusión en el circuito de directivos de las UT y entre especialistas. Dado el contexto de formulación de propuestas para el gobierno del presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, el texto ofrece un diagnóstico general que pondera el grado de avance alcanzado por el sistema, aunque también hace notar “áreas de oportunidad” para su consolidación académica, especialmente la transición hacia un currículum centrado en competencias de aprendizaje.
La evaluación externa de 2006 se titula “Las universidades tecnológicas mexicanas. Un modelo eficaz, una inversión pública exitosa, un sistema a fortalecer”. Fue elaborada por un grupo internacional de especialistas con la coordinación del profesor Jacques Mazeran, del Centro Internacional de Estudios Pedagógicos (Francia). Pese a lo que el título parece sugerir, se trata en realidad de un diagnóstico bastante crítico, aunque no del todo desfavorable, de la situación de las UT y, lo más importante, sugiere rutas de acción para la reforma académica y organizativa del sistema.
Entre las sugerencias del grupo de evaluación externa destacan, por su importancia, cuatro de ellas. Primera, la de “implementar una reflexión sobre la instauración de un esquema que considere la licenciatura, la cual se denominaría 'técnica' o 'profesional', privilegiando el fin para el cual fueron creadas las universidades tecnológicas”. Segunda, la de “fortalecer los conocimientos académicos, las competencias tecnológicas y el saber hacer profesional de los docentes”. Tercera, la de “reforzar la articulación entre los sectores académicos y de vinculación”, y cuarta, que contiene al conjunto de recomendaciones, la de “cambiar la meta y organización del modelo académico”.
Colocadas las UT en la perspectiva de renovación de su modelo académico, iniciaron en 2006 la revisión de sus planes y programas, tomando como referencia el logro de tres objetivos generales: la articulación de la oferta educativa con las necesidades de los sectores productivos locales; la armonización de los programas en función de las tareas que desempeñan los egresados en los puestos de trabajo; la integración de los programas educativos en “familias de carreras” y por competencias profesionales.