El derribo del Muro de Berlín marcó en Europa el inicio de una nueva era, con renovadas oportunidades para consolidar un esquema regional económico, político y cultural. La adopción de una moneda común, la ampliación de la OTAN y la OCDE, y la firma de acuerdos multilaterales en el marco de la Unión Europea, convergen en un nuevo modelo de integración en que el tema educativo está muy presente. Su importancia se reconoce como fundamento de la identidad comunitaria y como mecanismo para posibilitar el libre mercado en el sector laboral de la zona.
En tal contexto, se ha abierto paso la idea de un “espacio europeo de educación superior”. Está en marcha un calendario de reuniones y se aspira a culminar el proyecto en 2010 con fases bienales de acuerdo de nivel ministerial. En mayo de 1998, los ministros de educación de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, firmaron un documento conocido como Declaración de la Sorbona, concebido como el primer paso del proceso. En 1999 se celebró en Bolonia otra conferencia, que dio lugar a la declaración conjunta de los ministros de educación, suscrita por 29 representantes de los estados europeos.
Los objetivos de la Declaración de Bolonia son: la adopción de un sistema compatible de titulaciones, cuyo paso inicial es un “suplemento de diploma”; la adopción de una estructura común de ciclos (licenciatura y posgrado); el establecimiento regional del sistema de créditos; la promoción de la cooperación europea para asegurar un nivel de calidad mutuamente reconocido; la promoción de la dimensión europea en el currículo de la educación superior; la promoción de la movilidad y la remoción de obstáculos para el ejercicio libre de la misma por estudiantes, profesores y personal administrativo de las universidades. Esta declaración tiene un carácter marcadamente político: fija principios, objetivos y una metodología, pero no el marco de derechos y obligaciones correspondiente.
La primera conferencia de seguimiento del proceso de Bolonia tuvo lugar en Praga en mayo de 2001. Como resultado, se estableció una declaración que respalda las actuaciones realizadas, señala pasos a seguir y acepta a Croacia, Chipre y Turquía como nuevos integrantes. El “Comunicado de Praga” recapitula sobre los avances logrados y reconoce la convergencia de otros foros y procesos sobre la línea de constitución del espacio universitario europeo; en particular las conclusiones de la Convención de Instituciones de Educación Superior, reunida en Salamanca en marzo de 2001, y las recomendaciones de la Convención de Estudiantes Europeos acordadas en la reunión de Gotemburgo (Suecia) en marzo de 2001.
Entre los avances destaca que algunos países ya adoptaron una estructura articulada de estudios de licenciatura y posgrado; se reporta la puesta en marcha del “diploma suplementario” (por ahora sólo con carácter informativo); avances en la generalización del sistema de créditos y en la formación de la red europea de aseguramiento de la calidad. Para el programa bienal se establecen énfasis en la educación a lo largo de la vida; la necesidad de que los estudiantes participen y tengan influencia en todo el proyecto y, en tercer lugar, la importancia de promover el área europea de educación superior para hacerla atractiva a estudiantes de Europa y otras partes del mundo, sobre todo con el propósito de enfrentar los desafíos de la educación superior transnacional. Para la próxima reunión del proceso, que se realizará en Berlín el año entrante, se tiene previsto examinar la problemática normativa, así como las posibilidades de extensión de las redes de cooperación construidas hasta el momento.
Mientras esto avanza, varios países latinoamericanos, entre ellos México, han decidido sumarse a la iniciativa. En el marco de la Segunda Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, América Latina y el Caribe (UEALC), realizada en Madrid en mayo de 2002, se acordó crear un espacio de educación superior ampliado (europeo, latinoamericano y caribeño) que sería la región educativa “más grande del mundo”, y se definió un Plan de Acción. Desde entonces han tenido lugar dos reuniones de rectores y autoridades educativas. La primera en Mérida, Yucatán (julio de 2002) y la segunda en Córdoba, Argentina (octubre 2002).
En Mérida se discutieron procedimientos para la puesta en marcha del plan de Madrid y los países del Comité de Seguimiento (España, Francia, Brasil, México y Santo Tomás y Nieves) asumieron la coordinación de los proyectos. En Córdoba se acordó un calendario de actividades que incluye seminarios regionales sobre evaluación, acreditación, calidad y movilidad. En particular, México tomó la coordinación de dos proyectos: la creación de Centros UEALC acreditados y la creación de Cátedras UEALC. En la próxima Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno UEALC, a realizarse en México en 2004, se presentarán las propuestas concretas de integración.
El proyecto es interesante y presenta ángulos positivos para avanzar sobre objetivos de calidad con base en la cooperación. Tiene también sus riesgos, principalmente el de sobrestimar la acreditación internacional. Pero debe tomarse, sobre todo, como una alternativa muy diferente a las amenazantes perspectivas del ALCA y el GATS que ya hemos comentado y seguiremos reflexionando en este espacio.