La internacionalización de la educación superior no es un fenómeno nuevo pero, sin duda, las propuestas actuales de la globalización, de multiculturalismo y de competencia han ponderado la importancia de la proyección internacional de las universidades. Los intercambios de estudiantes y los programas que se ofrecen para extranjeros están proliferando y muchos estudiantes buscan tener la experiencia de estudiar fuera de sus países.
Una vertiente de la internacionalización se expresa en el establecimiento de filiales o “sucursales” de instituciones educativas en países distintos al “de origen”. En este caso, la expansión al plano internacional proviene de la voluntad de “hacer negocio”, de conquistar mercados y competir por las colegiaturas que pagan los alumnos. Por supuesto, ésta es una veta que sólo pueden explorar las instituciones de régimen privado y que cobra sentido únicamente allí donde las instituciones públicas no cuentan con apoyo ni reconocimiento social.
La UNAM es una universidad pública que cuenta con filiales en el extranjero. Tiene un proyecto de visión internacional, que ha adquirido mayor relevancia con la globalización, a raíz del tratado de libre comercio. Dicho proyecto viene desde los años veinte del siglo pasado cuando la Escuela de Verano abrió sus puertas para ser desde 1981 el Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE). Esta institución atiende anualmente en sus sedes nacionales a varios miles de estudiantes de todo el orbe y de ella dependen la Escuela para Extranjeros de San Antonio (EPESA), fundada en 1944, la Escuela de Extensión de Canadá (ESECA), que funciona desde 1995 y la Escuela de Extensión en la Ciudad de Chicago (ESECH) abierta en el año 2001.
Conociendo los objetivos, el desenvolvimiento histórico y la ética y responsabilidad pública de la UNAM, el establecimiento de filiales en el extranjero no tiene nada que ver con una lógica de mercado. De hecho, en ninguna de sus tres sedes pretende competir con las universidades del lugar sino realizar funciones complementarias.
Las escuelas de extensión de la UNAM en Estados Unidos están situadas en ciudades donde los mexicanos que radican representan proporciones importantes del total de la población del lugar. Por lo tanto, la cultura mexicana, nuestro lenguaje, nuestras costumbres y tradiciones forman parte de lo que cotidianamente ahí se vive. Para que nuestra cultura se desarrolle, crezca, se enriquezca y complemente con otras, se requiere que “lo mexicano” se integre y dé a conocer a través de proyectos culturales y procesos educativos. Esto es precisamente lo que hace la UNAM con sus escuelas en el extranjero. El CEPE y sus filiales orientan su trabajo por la idea de Vasconcelos de difundir universalmente la riqueza de la cultura mexicana. Su perspectiva es profundamente humanística.
Vivir en el extranjero, en el marco del multiculturalismo, no es fácil. Para decirlo con A. Touraine, para lograr vivir juntos resulta esencial combinar la diversidad con la igualdad. Entonces, la UNAM no puede desconocer la situación de desigualdad y vulnerabilidad social en la que se encuentran la mayoría de los mexicanos que emigran a Estados Unidos y Canadá. Las razones que han tenido para dejar nuestra tierra son la pobreza, la exclusión social y la falta de oportunidades para educarse y obtener empleo. Una buena parte de los flujos se compone de personas jóvenes, con muy baja escolaridad, muchos de ellos indígenas y campesinos, que no hablan inglés, que se insertan en las sociedades norteamericanas a través de redes sociales de “paisanos”. Forman comunidades y cuando pueden, mandan por los suyos.
Para las comunidades mexicanas, en las sedes foráneas, la UNAM desarrolla programas académicos dirigidos a la recreación cultural y a la educación en el pensamiento humanístico y social de México. También ofrece cursos de inglés para auxiliar a los recién llegados a una mejor integración a la sociedad e incrementar sus posibilidades de aprovechar las oportunidades que se les presentan.
El rector de la UNAM ha sido enfático al decir que no se escatimaran esfuerzos para desplegar una mayor actividad de nuestra casa de estudios en el campo internacional. Ha reconocido el importante papel que ha jugado el CEPE y la necesidad de que continúe avanzado. ¡Bienvenidas las nuevas iniciativas!