María Herlinda Suárez Zozaya

Platicando con unos estudiantes respecto a las próximas elecciones presidenciales, salió el tema de la clasificación ideológica de los partidos y de los gobiernos mexicanos. Comentaron los jóvenes que para ellos y ellas no queda claro que significa “la derecha” y “la izquierda”. Después de debatir un poco concluyeron que en nuestro país, cuando menos desde que Fox fue presidente, gobierna la derecha. Los más señalaron que México es de derecha desde antes, por lo menos desde tiempos de Carlos Salinas de Gortari.

En el informe 2011 de la corporación conocida como “Latinobarómetro” aparecen dos tablas tituladas “Adscripción ideológica de los gobiernos”. Una de ellas contempla el período 2005-2009 y la otra el correspondiente a 2009-2013. En ambas tablas, México está clasificado en la columna que lleva el nombre “Centroderecha”.

Independientemente del acuerdo o desacuerdo que se tenga con la clasificación de países que hizo el Latinobarómetro, lo cierto es que en la región latinoamericana la ideología política se ha complejizado y, en la actualidad, es imposible oponer tajantemente a la derecha y a la izquierda. Según muestra la tabla, que se incluye en este artículo, en la región existen cuando menos, “cuatro y media vías”, o podría decirse que hay cinco, si es que, como lo hace Tomás Moulian, se acepta que la “izquierda del socialismo del siglo XXI” es la “quinta vía”.

Con todo y que clasificar ideológicamente a los gobiernos es una tarea compleja, la pregunta sobre la diferencia entre izquierda y derecha sigue siendo pertinente. Dice Guiddens que la diferencia se encuentra en el compromiso que hace la izquierda con la igualdad y, por lo tanto, con la democracia. Afirma que la esencia radica en el reconocimiento de que el ejercicio de la libertad individual requiere de autonomía; es decir de la erradicación de la pobreza y del irrestricto respeto al compromiso de la igualdad en términos de derechos humanos y sociales, -como la educación, la salud y el trabajo. Por esta razón Guiddens sitúa su propuesta de “tercera vía” del lado de la izquierda.

Entonces, el hecho de que en clasificaciones internacionales, como las del Latinobarómetro, México aparezca ubicado a la derecha implica que todo el mundo sabe que el gobierno mexicano no está comprometido con la distribución de la riqueza ni con la posibilidad de que los mexicanos salgamos del régimen de la necesidad para así poder tener y ejercer la autonomía. Además, ésta se encuentra aún más vulnerada ahora que la derecha católica conservadora, interesada en la preservación de ciertos valores morales, está ganando terreno. Esto se evidencia cuando se observa lo que está pasando alrededor de los preparativos para la visita del papa Benedicto XVI a nuestro país.

La visita del “santo padre” pretende ser aprovechada para lograr el reconocimiento constitucional de la noción de libertad religiosa, la cual es entendida por las jerarquías eclesiásticas como el derecho natural de expandir sus privilegios terrenales e influir en la vida pública. No cabe duda de que el cambio propuesto tendrá profundos efectos sobre el sistema educativo ya que perfila un golpe al laicismo y al concepto juarista de la libertad de cultos.

En el núcleo de la libertad religiosa subyace la posibilidad de que los padres de familia exijan que la escuela eduque a sus hijos según su propio credo, así como la de que en los planes y programas de estudio de las escuelas públicas se incorporen contenidos religiosos. En tal caso, la educación que imparte el Estado dejará de ser universal, democrática y libre de prejuicios y la autonomía de las instituciones educativas será vulnerada. ¿De veras queremos que el gobierno de México siga ubicado en la derecha?