Entre los estudiantes norteamericanos la reputación de México es la de que se vale hacer cosas que no están permitidas en los Estados Unidos. Aquí los chicos pueden pasar sus vacaciones primaverales en un estado de interminable fiesta y parranda, consumiendo grandes cantidades de alcohol, sin que ello sea un ilícito. De hecho, la “buena” reputación de los destinos mexicanos la resumen los jóvenes del país del norte diciendo que pasaran sus vacaciones “where the boys are”**. Al dar esta respuesta lo que quieren decir es que las playas mexicanas se llenarán de jóvenes y que ellos estarán ahí.
En México se da la bienvenida a los springbreakers. Por su número y excesos en sus consumos representan una importante entrada de recursos económicos para los negocios y las localidades que visitan.Las agencias de viajes les organizan vuelos chárter y les consiguen descuentos en hoteles y antros, usando como factor de atracción el hecho de que en el país la edad mínima para consumir alcohol es menor respecto a la de los Estados Unidos.
Los estudiantes en vacaciones se han convertido en un importante mercado que se disputan los distintos destinos turísticos del país. Cuando los estudiantes no llegan a vacacionar a los destinos que los esperan los empresarios de la industria del turismo se quejan y lo lamentan. En días pasados el presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes declaró: “Actualmente en Cancún vacacionan 4 mil 500 estudiantes, en Puerto Vallarta un total de 6 mil y en Los Cabos otros 4 mil 500, pero en el puerto de Acapulco no tenemos nada. Es duro decirlo, no nos llegó ningún springbreaker”.
Por su parte, para los estudiantes comportarse como un típico springbreaker constituye una especie de rito de paso. Para aquellos que por primera vez lo hacen se impone lograr un intenso bronceado, incluso al punto de que la piel se lastime, así como el consumo de sustancias tóxicas en exceso y de mezclas peligrosas. Todos se someten a esta forma de exposición al sol y de consumo, pero para “los nuevos” representa una exigencia, porque tienen que probar que no le temen al peligro y que tienen la capacidad para sobrevivir a los riesgos y a los excesos.
Los springbeakers son estudiantes, no lo olvidemos. La coincidencia de ambas figuras constituye una muestra de que el orden simbólico ligado a la formación de un tipo de sujeto identificado como portador de la representación de “el (la) joven bien portado(a)” ha cambiado. Da cuenta, además, de que a la universidad, y demás establecimientos que ofrecen educación superior, se han sumado las playas como encargadas de instituir la figura estudiantil en el ámbito de las percepciones y las auto-representaciones sociales e individuales. Por ello, quienes nos dedicamos a investigar sobre la educación superior y sobre los estudiantes y jóvenes debemos observar y reflexionar acerca del turismo juvenil y acerca del orden simbólico que impera en las playas mexicanas durante la Semana Santa y la Pascua, es decir durante las vacaciones de primavera.
Por lo pronto, vale la pena llamar la atención al hecho de que a los springbreakers, por lo general, se les ofrece productos de mala calidad, porque lo que se les piensa “bárbaros” que ponderan la cantidad y no les importa la calidad. Después de todo, lo que se procura, para que las ganancias sean mayores, es potenciar la inquietud y el deseo por el riesgo que tienen los jóvenes y de propiciar en ellos y ellas los excesos. Talvez, consiente o inconscientemente, lo que se esté buscando sea formar a los y las jóvenes en una cultura que no valora la prudencia ni el respeto, pero que en cambio pondera la exposición al peligro. El mensaje que dan y reciben los springbreakers es que la inclusión, la diversión, el éxito y la supervivencia sólo se logran yendo más allá de lo permitido y creando y exponiéndose a contextos de alto riesgo.
Cada vez son más los estudiantes mexicanos que se suman a las ritualidades del Spring break y que asumen la identidad de springbreakers, ¿alguna duda acerca de la necesidad de integrar el tema de las conductas de riesgo al proyecto curricular de las instituciones educativas?
**Este eslogan deriva del título de una película de 1960 que refiere a Fort Lauderdale, Florida, como destino de los estudiantes vacacionistas. En 1985, el gobierno de esta localidad prohibió las fiestas en las playas y plazas públicas y declaró que la edad mínima para consumir alcohol es de 21 años. Esto hizo que los estudiantes buscaran otros destinos para pasar sus vacaciones de primavera.