Quienes estamos profesional y ocupacionalmente involucrados con tareas educativas y de investigación tenemos la responsabilidad de cimentar y desarrollar la formación crítica de nosotros mismos, de los educandos y de la sociedad en general. Con respecto de las políticas públicas nos toca convocar y generar espacios de participación para la discusión y la intervención ciudadanas. No se trata de inducir el enfrentamiento de los individuos y de la sociedad con gobernantes y funcionarios sino de defender y procurar el debate de ideas y la confrontación de propuestas, con el fin de que prevalezcan los acuerdos democráticos que sustentan la convivencia social y política. Desde esta postura creemos indispensable aportar elementos para llevar a cabo una reflexión crítica sobre el programa "Construye T" que recientemente presentó la Secretaría de Educación Pública, con apoyo de 26 organizaciones de la sociedad civil, la UNICEF y el PNUD. El programa puede consultarse en: www.construye-t.sems.gob.mx/Construyet/.
El programa en cuestión está concebido como "herramienta para facilitar la comunicación con la juventud" y como "dispositivo de intervención educativa para apoyar a los y las jóvenes del nivel superior para el desarrollo de su proyecto de vida y la prevención de riesgos". Lo integran seis dimensiones: conocimiento de sí mismo; vida saludable; no violencia; escuela y familia; participación juvenil, y proyecto de vida. Fue planteado en etapas: diseño (agosto-diciembre 2007), preparación de ambientes escolares (enero-julio 2008) y operación en planteles (junio-diciembre 2008); es decir, las acciones del programa ya están siendo implantadas.
Las OSC´s participantes cuentan con experiencia en trabajo con jóvenes. Por ello, sorprende que la condición juvenil esté pensada desde perspectivas que los identifican como seres manipulables a los que se les puede "construir", para bien o para mal, a partir de intereses ajenos a los suyos. Salta a la vista que los actores involucrados en el diseño y puesta en marcha del programa no tomaron en serio lo que seguramente saben: en relación con los y las jóvenes el objetivo final no puede ser el disciplinamiento, sino conocer y entender sus demandas, prácticas y vida cotidiana con el fin de incorporar y fortalecer su capacidad de negociación con sistemas e instituciones.
Pero, al abordarlos desde su construcción identitaria de alumnos, "Construye T" ubica a los y las jóvenes en una posición de heteronomía y de no saber, con respecto de los adultos. La mayoría de las acciones por realizar están contagiadas de la búsqueda de la sumisión a los valores, símbolos, saberes y comportamientos hegemónicos, y aunque algunas de las actividades planteadas pueden resultar divertidas y tal vez sean útiles para paliar la aburrición escolar de tantos y tantas jóvenes el fundamento psicopedagógico no está claro; por lo tanto tampoco el logro de los aprendizajes.
Por el título del programa puede pensarse que se basa en la perspectiva de Vygotsky (constructivismo); Luhman también parece estar en el escenario teórico. Pero, si esto fuera así, la forma en que se presentan y organizan las acciones deja mucho que desear. Los imperativos de "interacción" y "cooperación social", así como la "zona de desarrollo próximo" no están cubiertos cabalmente; tampoco lo están los contextos de "complejidad" y de "decisiones contingentes". Por su parte, la intervención de las OSC´s aparece vinculada a metodologías de "animación" las cuales no es probable que resulten efectivas para brindar opciones de estilos de vida que permitan prever riesgos y contender con ellos. A los jóvenes se les da tratamiento de niños lo que muestra falta de comprensión de que lo que significa ser joven. Y si bien existe una encuesta que sustenta las problemáticas que se pretende atender, la información denota más preocupación por definir y calificar a los jóvenes que por entenderlos y reconocerlos.
Se detectan también problemas en cuanto al reconocimiento del lugar de los jóvenes (hombres) en el tema de género, así como un tratamiento simplista y mecánico respecto de las relaciones construidas social e históricamente entre hombres y mujeres. ¡Ni que decir de cómo se pretende abordar lo referente a sexualidad! Además, se echa de menos la inclusión del enfoque sistémico cuando se pretende involucrar a las familias, a la escuela y a la comunidad. En fin, con todo y que se afirma que el programa tiene un "sustento metodológico y científico", que por cierto no se explicita, su calidad y pertinencia suscitan un sinnúmero de cuestionamientos que, sin duda, merecen ser discutidos públicamente. Las consecuencias de no hacerlo serán graves. A estas alturas, desentendernos de que, según la ENAJUD, los y las jóvenes mexicanos desconfían del gobierno y también de las OSC puede resultar fatal. Guidens lo ha escrito: la confianza y la convicción de la realidad de las cosas tienen gran trascendencia en el destino de las personas.