En Morelos, en los últimos días, han ocurrido movilizaciones magisteriales en rechazo a la Alianza por la Calidad Educativa. En Cuernavaca ha habido manifestaciones muy nutridas de maestros en rechazo al acuerdo firmado por el gobernador del estado, Marco Adame Castillo, y Elba Esther Gordillo, presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Frente al conflicto, que se ha manifestado no sólo en marchas, sino en el paro laboral en primarias y secundarias públicas, el gobierno ha respondido exigiendo a los maestros regresar a los salones de clase, amenazándolos diciendo que: "Si algún maestro no quiere hacerlo, también hay muchos que están esperando para participar". En todo caso, la tónica de la respuesta ha sido hacer saber que la Alianza es una decisión tomada y, por lo tanto, es irrevocable.
Las dos últimas elecciones gubernamentales en Morelos las ha ganado el PAN. Por varios sucesos y, específicamente por lo que está ocurriendo en torno al movimiento magisterial en cuestión, resulta claro que, cuando menos en la entidad, el cambio de partido en el poder no ha trastocado el tradicional autoritarismo del Estado mexicano ni las prácticas de intimidación y desprestigio hacia los contrincantes. A la fecha, los maestros de las escuelas públicas mexicanas sufren de un enorme desprestigio social y es que el 15 de mayo del presente año, al participar en la ceremonia en la que se anunció la Alianza, fue la misma Elba Esther Gordillo quien reveló que los responsables de las pésimas condiciones en las que se encuentra la educación básica en México son los maestros y el gobierno federal debido a que, entre ellos, lo que priva son "privilegios" y "prácticas de corruptela" en la asignación y distribución de las plazas.
Pero, aun antes de que lo hubiera dicho Gordillo, ya esto viene de hace mucho, la percepción generalizada entre los mexicanos ha sido que la corrupción en las instituciones de educación básica es estructural, los maestros sólo son actores. Pero, el hecho de que ahora la poderosa líder sindical haya ligado cínicamente la corrupción laboral con los problemas de calidad de la educación preocupa, pues al tiempo que acepta la operación de este vínculo el compromiso que toma es que el SNTE "va a flexibilizar las relaciones laborales". Con razón hay tantos maestros que se sienten amenazados.
En Morelos, el gobierno ha descalificado a los actores que se declaran en favor del movimiento magisterial que está en contra de la Alianza. Con ayuda de los medios de comunicación se está tratando de construir la imagen social de que los maestros que están participando son precisamente los flojos y corruptos a los que se refirió Elba Esther. Por su parte, a los padres de familia que están apoyando a los maestros se les representa como desinformados y manipulables por creer lo que dicen los maestros respecto de que las autoridades quieren privatizar la educación. Las autoridades han dicho: "Eso es impensable, no es cierto () porque de hacerlo se violaría el artículo tercero constitucional".
Lo cierto es que para nadie es un secreto que la flexibilización del trabajo viene acompañada, entre otras cosas, de desprotección institucional y de precarización laboral; instalarla en el sistema público de educación es una forma de implantar la lógica empresarial en las escuelas. ¿Quién puede negar que la flexibilización del trabajo, entre otras cosas, traerá consigo pérdida de la referencialidad simbólica de clase y de la solidaridad organizacional?
Así, el sustrato del enfrentamiento que se está dando hoy en torno a la Alianza por la Calidad de la Educación está vinculado más a cuestiones de tipo laboral que educativas. Pero no debe olvidarse que su verdadera esencia es pedagógica, ya que al flexibilizar el mercado laboral de los maestros de educación básica el riesgo y la competencia se convertirán en principios de su filosofía de vida. Mientras tanto, los padres de familia, estudiantes y, en general, los ciudadanos que estamos siendo testigos de lo que está ocurriendo en las escuelas, las calles y los medios de comunicación de Morelos nos preguntamos: ¿se puede confiar en acuerdos, alianzas, pactos y hasta en movimientos sociales que han sido planteados y están siendo promovidos por actores y personas que de antemano se presentan ante la sociedad como corruptos? Estando las cosas como están en México, y particularmente en Morelos, en materia de grupos políticos y sociales no es fácil confiar en nadie. Pero lo que sí resulta fácil es darse cuenta de que los gobiernos panistas en turno y la líder sindical están utilizando la legitimidad social de la lucha por la calidad educativa para apoyar sus visiones de mundo, proyectos e intereses particulares. Y entonces, una vez más, lo que queda pendiente es llevar a cabo acciones que realmente se orienten a resolver los problemas de calidad del sistema educativo mexicano. Por lo que observo y estoy viviendo en Morelos: los mexicanos ya estamos hartos de esto.