Ante el actual movimiento magisterial en torno al rechazo de la Alianza por la Calidad de la Educación, es bueno recordar que los maestros constituyen los principales protagonistas del sistema educativo y que lo que pasa en éste es reflejo de los asuntos y problemas de la sociedad. Así, el actual conflicto ha puesto en evidencia que, actualmente, el poder político en México se encuentra en un peculiar contrapunto, marcado por el cuestionamiento generalizado de su legitimidad y por el ejercicio de un autoritarismo extremo y de la manipulación. Este simple enunciado nos remite a la imagen de una "técnica del poder" que pone en riesgo la paz social y el proyecto constructivo de la democracia.
Se ha dicho, no sin razón, que el conflicto magisterial se fundamenta en el indisciplinamiento de un amplio sector de maestros respecto de los designios de la lideresa vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo. A muchos maestros y, en general, a la sociedad mexicana, ya les resulta incomprensible la "eternización" de esta lideresa en su puesto de mando. Muchos se preguntan por qué el magisterio ha aguantado tantos años el liderazgo autoritario de esta profesora y por qué esperó hasta hoy para levantarse contra sus imposiciones. El hecho es que con todo y que ya hace más de una década que en el país hubo cambio de partido gobernante, el poder de la lideresa no se ha resquebrajado, sino que se ha magnificado. En la actualidad, la profesora Gordillo es uno de los personajes más poderosos de la política mexicana.
La aprobación y puesta en marcha de la Alianza por la Calidad de la Educación significa, entre otras cosas, vulnerar las seguridades y los beneficios económicos de los maestros y de su "prole". No debe olvidarse que el magisterio, en México, se trata de un proletariado que en su mayoría pondera las reivindicaciones económicas por encima de cualquiera otra, por lo que la imposición del Acuerdo sitúa a Elba Esther como enemiga de las bases sindicales. Además, lo que ella ha dicho es cierto: "El caso de Morelos ya no es magisterial nada más, sino que es político social, pues ha rebasado a las instituciones".
Lo cierto es que el gobierno de la entidad firmó el acuerdo sin contar con el apoyo de los maestros y ahora no quiere dar marcha atrás, a pesar de que al movimiento magisterial se ha sumado una importante cantidad de ciudadanos de la entidad, entre quienes destacan padres de familia, asociaciones civiles nacionales e internacionales, intelectuales, académicos y, de manera muy destacada, pobladores de Xoxocotla y Amayuca, donde el pasado 9 de octubre se realizó un agresivo operativo policial en el que hubo personas golpeadas y detenidas, entre ellos varios campesinos.
La postura autoritaria del gobierno panista "el estatal y el federal" ha cancelado en Morelos la posibilidad de construir canales adecuados de participación y expresión política para los sectores que no comulgan con los proyectos gubernamentales. Actualmente, en la entidad se está viviendo una crisis política grave que amenaza con seguir creciendo. En esta situación, el presidente de la República está obligado a actuar para destrabar ya el conflicto entre el gobierno estatal, los maestros y, en general, la comunidad morelense.
Es urgente que la práctica política del partido que hoy está en el poder sufra una renovación sustancial y muestre que es capaz de dar una solución política al conflicto, porque si las formas activas de oposición al régimen siguen aumentando, se puede esperar que suceda una tragedia. La matanza de estudiantes en Tlatelolco condensó las imágenes del poder autoritario en México y ahora, 40 años después, las vejaciones a maestros por parte de fuerzas armadas han creado la visión social de que el gobierno es el principal enemigo de la educación pública. Esta visión está cobrando fuerza porque el autoritarismo exacerbado se expresa cada vez con más furia contra los maestros y contra quienes simpatizan con ellos. Para colmo, después de más de 50 días de paro, la Secretaría de Educación del estado ha anunciado que suplirá a los maestros contratando licenciados e ingenieros. Frente a este tipo de declaraciones resulta ilusorio creer que el gobierno estatal tiene idea de lo que significa la calidad educativa, y parece que lo que menos tiene es capacidad para dialogar y dar una solución pacífica al conflicto.